Sánchez Vara, un cuarto de siglo en la arena del toro duro
Sánchez Vara cumple 25 años de alternativa convertido en un referente del toreo torista, con una trayectoria marcada por las ganaderías duras y gestas memorables como su encerrona en Tafalla. Este 2025, además, la celebración adquiere un matiz especial: su hijo Rubén Vara debuta en Ocaña compartiendo cartel con él, sellando un relevo generacional que enlaza pasado, presente y futuro en la misma arena.
Francisco Javier Sánchez Vara, conocido en los carteles como Sánchez Vara, nació el 18 de julio de 1979 en Guadalajara. Su afición se la transmitió su padre, Isidro Sánchez "El Labrador", novillero de los años sesenta, que nunca dejó de hablarle del toro bravo como si fuera un miembro más de la familia. Esa herencia fue decisiva: a los nueve años ingresó en la Escuela Taurina Marcial Lalanda de Madrid, donde durante cuatro años fue discípulo del maestro Joaquín Bernadó. Allí forjó un carácter de hierro, con jornadas de entrenamiento que, según recordaría después, “te enseñaban que el miedo existe, pero que se aprende a manejarlo”.
Muy pronto se puso delante de un becerro. Tenía once años y fue el 8 de septiembre de 1990 en Higuera de las Dueñas, Ávila. Aquella primera vez le temblaban las piernas, pero salió convencido de que había encontrado su camino. El 22 de julio de 1993 debutó en público en Torrejón de Ardoz, cortando dos orejas y rabo a un novillo de Nuria Aguirre. Su debut con picadores llegaría en Benidorm, el 21 de enero de 1996, con novillos de Bernardino Píriz, logrando tres orejas. Ese mismo año, el 11 de julio, se presentó en Las Ventas junto a Carlos Pacheco y José Olivencia, con novillos de Ángel Teruel, cortando tres orejas y mostrando el descaro de quien quiere hacerse un sitio en la profesión.
El 30 de agosto de 2000 tomó la alternativa en Sacedón, Guadalajara. Fue una tarde especial: Luis Francisco Esplá actuó como padrino y David Fandila "El Fandi" como testigo. Los toros fueron de Soto de la Fuente y el nuevo matador cortó una oreja y dos orejas, rubricando un día que marcaría su vida. Confirmó la alternativa el 7 de septiembre de 2003 en Las Ventas, con Domingo Valderrama de padrino y Alberto Manuel de testigo, frente a toros de Alonso Moreno.
A partir de entonces su carrera tomó un rumbo claro: se convirtió en un torero especializado en ganaderías duras. Afrontó con decisión hierros como Miura, Palha, Saltillo, Dolores Aguirre o Reta de Casta Navarra. Su nombre se asoció al toreo exigente, de máxima verdad, donde la épica sustituye a la estética. En 2016 dejó una huella imborrable en Las Ventas al lidiar al toro Cazarrata, de Saltillo, en una tarde que muchos recuerdan como un desafío sin concesiones. En 2023 protagonizó en Vauvert (Francia) una encerrona con seis toros de Prieto de la Cal, y en 2024 superó una gesta histórica en Tafalla, Navarra, donde en solitario lidió seis toros de Casta Navarra, una corrida que él mismo describió como “entrar en un laberinto sin mapa”.
Su proyección internacional arrancó en 2004, con su debut en Châteaurenard (Francia), y en 2005 pisó tierras de Colombia, en Choachí. En Perú vivió una experiencia que comparó con una “aventura de Indiana Jones taurino”, lidiando en plazas remotas y sorteando dificultades de todo tipo, desde carreteras imposibles hasta corrales improvisados.
Los reconocimientos no tardaron en llegar: Trofeo de la Plaza de Toros de Cella en 2001, Mejor Estocada de la Feria de la Peña Taurina Alcarreña en 2002, Premio Amigos del Toro en 2003, el galardón Olma de Pareja en 2008 y el título de Triunfador de la temporada en Vila de Xira, Portugal, en 2009. Son trofeos que jalonan una carrera basada más en la constancia y la entrega que en los focos del gran circuito.
En agosto de 2021 vivió uno de los capítulos más duros de su vida. En Villacañas, Toledo, un novillo lo derribó y le provocó un encharcamiento pulmonar que lo llevó a la UCI del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Su vida corrió peligro, pero su capacidad de resistencia le devolvió a los ruedos. “Pensé que ya no saldría del hospital”, reconoció en entrevistas posteriores. Esa dureza vital reforzó su perfil de luchador.
Defiende un estilo de toreo épico, con oficio y serenidad frente a toros imposibles. Él mismo lo ha admitido: no persigue la belleza ni el arte de Morante de la Puebla, sino resolver lo que otros no se atreven. Ha criticado, además, la falta de “educación taurina” en algunos tendidos, reclamando que se valore la diversidad de estilos dentro del toreo.
En 2025, Sánchez Vara celebra 25 años de alternativa. Ha toreado en plazas como Barbastro (Huesca), con toros de Hermanas Azcona, y ha participado en charlas culturales en peñas taurinas, como la de Palencia. Pero este año tiene un aliciente especial: el debut de su hijo, Rubén Vara, que se viste de luces por primera vez en Ocaña, compartiendo cartel con su padre. El acontecimiento simboliza un relevo generacional lleno de emoción, como si la historia taurina de los Sánchez Vara se proyectara hacia el futuro en la misma arena.
El torero de Guadalajara sigue siendo, a sus 46 años, un gladiador del ruedo. Su carrera está marcada por la fidelidad a un territorio difícil: el del toro áspero, imprevisible y fiero. Allí ha construido una biografía que no habla de adornos, sino de verdad y riesgo, los cimientos de una tauromaquia que se resiste al olvido.
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