¿Qué ha aprendido Putin observando el desfile del Ejército chino?
El Ejército de Liberación del Pueblo, las fuerzas armadas de China, celebró en Pekín el mayor desfile de su historia con motivo del 80 aniversario de la victoria sobre Japón, que puso fin a la Segunda Guerra Mundial en Extremo Oriente. Xi Jinping presidió el acto acompañado de mandatarios extranjeros, entre ellos Vladimir Putin, mientras desfilaban las fuerzas de tierra, mar, aire y espacio con sus equipos más avanzados. Los analistas coinciden: la puesta en escena mostró un ejército moderno y tecnológico, muy distinto a los desfiles de la plaza Roja de Moscú.
¿Qué pensaba Putin mientras veía avanzar aquellas columnas? Tras más de tres años de guerra, Rusia ha perdido gran parte de sus fuerzas acorazadas y no ha sido capaz de reponer los carros de combate y vehículos blindados destruidos en Ucrania. El contraste con China es evidente: Pekín ha logrado integrar su propia tecnología en un ejército en plena modernización, mientras Moscú no ha podido producir en serie su tanque más reciente, el Armata.
La diferencia también se hace visible en el mar. El desfile mostró la pujanza de la armada china, con fragatas y destructores de última generación, junto a una flota que ya cuenta con portaviones propios. Rusia, en cambio, apenas dispone de buques de guerra operativos: carece de portaviones, sus astilleros no producen grandes barcos y en la guerra ha perdido unidades clave en el mar Negro. Su única baza real sigue siendo la flota de submarinos, insuficiente para proyectar poder global.
Los drones y las armas no tripuladas protagonizaron el desfile. Cañones láser y enjambres de aparatos aéreos y marinos dejaron clara la apuesta china por la innovación. Putin, en cambio, ha visto cómo las murallas de drones ucranianas han destrozado a sus columnas de blindados.
Tampoco el cielo ofrece consuelo. Rusia perdió la superioridad aérea en Ucrania, junto con buena parte de sus radares y baterías antiaéreas. En Pekín, en cambio, el desfile aéreo mostró cazas de quinta generación y sistemas de detección de última tecnología.
Más allá de la estética, el contraste encierra un mensaje político: China se presenta como un socio militar capaz de liderar en tecnología y organización, mientras Rusia asume en silencio su papel de potencia dependiente. Tal vez esa fue la verdadera lección que Putin se llevó del desfile: que la alianza con Pekín se sostiene más en la necesidad que en la igualdad.
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