Martha Raye, entre la comedia, el patriotismo y una película con sabor taurino
Conocida como The Big Mouth, Martha Raye fue una actriz y comediante que conquistó Hollywood con su humor desbordante, acompañó a las tropas en tres guerras y dejó una curiosa huella taurina en la película Tropic Holiday (1938).
Martha Raye, cuyo nombre de nacimiento fue Margy Reed, vino al mundo el 27 de agosto de 1916 en Butte, Montana, en el seno de una familia de artistas de vodevil. Su destino parecía escrito entre bastidores y telones: desde los tres años ya acompañaba a sus padres, Pete Reed y Maybelle Hooper, en el dúo Reed and Hooper. Fue una infancia marcada por la carretera, por los escenarios improvisados en cada ciudad, y por esa mezcla de disciplina y fragilidad que daba la vida nómada. Sin escuela fija, aprendió de la vida misma, del ritmo de los aplausos, de la necesidad de hacer reír y cantar aun cuando el cansancio pesaba más que el maquillaje. Aquella niñez itinerante forjó en ella un carácter de hierro y un espíritu incansable.
Martha Raye The Big Mouth
En los circuitos de vodevil, la pequeña Margy —ya rebautizada artísticamente como Martha Raye— deslumbraba con una voz poderosa y un sentido innato de la comedia física. A los trece años se ganaba la vida como intérprete consumada, sin sospechar que el apodo de The Big Mouth la acompañaría toda la vida, en referencia a su amplia sonrisa y a esa voz capaz de llenar un teatro entero sin micrófono.
Marta Raye, torera y con su capa
El salto a Hollywood
La gran oportunidad llegó en 1936, cuando debutó en el cine con Rhythm on the Range junto a Bing Crosby. Allí interpretó Mr. Paganini con un estilo que combinaba jazz, scat y comicidad, algo insólito en la época. El público descubrió a una artista con magnetismo inusual: no solo cantaba, sino que contaba historias con cada gesto. En pocos años formó parte de películas como Waikiki Wedding (1937), The Big Broadcast of 1938, Hellzapoppin’ (1941) y, de manera inesperada, brilló bajo la dirección de Charlie Chaplin en Monsieur Verdoux (1947). Chaplin veía en ella lo que tantos habían intuido: una actriz capaz de navegar entre la carcajada y la emoción contenida.
En el teatro, su nombre fue sinónimo de vitalidad. En Broadway participó en Calling All Stars y años después, ya en la década de los 60, encarnó con brío a Dolly Levi en Hello, Dolly!, arrancando ovaciones cada noche. En televisión, entre 1954 y 1956 condujo The Martha Raye Show, un espacio de sketches y música que llevaba su sello personal: excéntrica, directa y generosa. Aunque compitió con gigantes de la época, el programa consolidó su popularidad. Además, fue invitada recurrente en espacios como The Ed Sullivan Show o The Tonight Show, donde su naturalidad desarmaba incluso a los presentadores más serios.
Marta Raye con el toro
¡A los toros! Tropic Holiday
En 1938, Martha participó en la comedia musical Tropic Holiday, dirigida por Theodore Reed y ambientada en México. Compartió reparto con Dorothy Lamour, Ray Milland y Tito Guízar, encarnando a Midge Miller, una secretaria extrovertida que se ve envuelta en situaciones disparatadas relacionadas con el mundo del toreo. La cinta, producida por Paramount Pictures, se distinguió por combinar romance, música y humor físico, elementos en los que Raye brillaba con especial naturalidad.
La secuencia taurina de la película se convirtió en uno de sus momentos más recordados, con Midge intentando aprender a lidiar un toro para impresionar a un pretendiente. El resultado, lleno de gags cómicos y enredos, reforzó su imagen de comediante capaz de transformar el miedo en carcajada. La película, además, fue reconocida con una nominación al Óscar a la mejor banda sonora, y consolidó a Martha como figura imprescindible de la comedia musical de los años treinta.
Tropic Holiday
Coronel Maggie en el frente
Sin embargo, el capítulo más admirable de su vida no se escribió en los escenarios de Broadway ni en los estudios de Hollywood, sino en las trincheras. Desde la Segunda Guerra Mundial hasta Vietnam, Martha Raye cruzó océanos para llevar alegría a soldados exhaustos. En campamentos improvisados, bajo el silbido de los proyectiles, cantaba, bailaba y hacía reír. Los militares la llamaron cariñosamente Coronel Maggie. Ella no solo entretenía: también vestía la bata de enfermera, se arremangaba en quirófanos de campaña y sostenía la mano de heridos graves.
Martha The Matador
Su entrega no pasó desapercibida. En 1993, el presidente Bill Clinton le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad, máximo honor civil en Estados Unidos. También recibió el Jean Hersholt Humanitarian Award de la Academia de Hollywood, un reconocimiento reservado a quienes hacen del humanitarismo una obra de arte. Cuando falleció, fue sepultada en el Cementerio Nacional de Fort Bragg —hoy Cementerio Conmemorativo— en Carolina del Norte. Fue un gesto excepcional: pocas civiles han recibido ese honor, y ninguna con la legitimidad que le dieron sus décadas de entrega a los militares.
Entre luces y sombras personales
Su vida sentimental fue turbulenta. Se casó siete veces, entre ellas con el compositor David Rose, el bailarín Nick Condos —padre de su única hija, Melodye— y el maquillador Mark Harris, cuyo matrimonio fue seguido por la prensa con morbo debido a la diferencia de edad y las disputas legales que surgieron tras la muerte de la artista. Aunque disfrutó de momentos de gran bonanza profesional, también conoció las deudas, la depresión y la fragilidad de la fama. Pese a todo, nunca dejó de extender la mano a quienes lo necesitaban: apoyó causas de veteranos y organizaciones benéficas, y fue querida por colegas que reconocían en ella no solo a la comediante de carcajada contagiosa, sino a una mujer con una calidez inquebrantable.
Últimos años y legado
En los 70 y 80, continuó apareciendo en televisión —en series como McMillan & Wife o Alice— y en los escenarios teatrales. Pero su salud empezó a declinar: los problemas cardiovasculares y las complicaciones de varias cirugías la obligaron a reducir el ritmo. El 19 de octubre de 1994, falleció en Los Ángeles a los 78 años.
Tropic Holiday, cartel para Suecia
Hoy, su tumba en Fort Bragg es más que un lugar de reposo: es un símbolo de la unión entre el arte y el sacrificio, entre la risa y la entrega. Martha Raye fue una pionera, una voz que desbordaba las paredes de los teatros y una mujer que llevó el espectáculo allí donde más se necesitaba. Su vida recuerda que el talento verdadero no solo entretiene: también cura, consuela y acompaña.
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