Infancia y vocación
Mario Navas Barrientos nació el 19 de abril de 2001 en Valladolid, en el barrio de Covaresa, donde la pasión taurina se respiraba en casa gracias a su padre, Félix Navas, exnovillero y banderillero en la cuadrilla de Manolo Sánchez. A los siete años, en un herradero en tierras vallisoletanas, toreó una becerrita por primera vez; aquel instante, que él mismo definió como “único”, se convirtió en el motor de su vocación.
En 2014, la familia se trasladó a Marbella y allí se formó en la Escuela Taurina de Málaga, donde aprendió los fundamentos de la lidia. Más tarde, en 2019, fijó su residencia en Salamanca para ingresar en la Escuela de Tauromaquia, al tiempo que estudiaba Gestión y Administración de Empresas.
Carrera de novillero
Debutó en público el 28 de abril de 2018 en Motril, como novillero sin picadores. A partir de ahí, fue sumando fechas en el Circuito de Novilladas de Castilla y León, donde su temple y clasicismo llamaron la atención. La pandemia ralentizó su ascenso, pero no apagó su ilusión.
El 26 de marzo de 2023 se presentó en Las Ventas con una novillada de Fuente Ymbro. No logró trofeos, pero dio una vuelta al ruedo tras una faena de pulso sereno que la crítica destacó por su pureza en la muleta, pese a lo áspero del encierro. Ese mismo año actuó en plazas mayores: Valladolid, Sevilla y nuevamente Madrid, donde el 25 de junio dejó una tanda de naturales tan despaciosos que un crítico escribió: “Parecía que el tiempo se doblaba con cada pase”.
Ganó el Circuito castellano y leonés en 2023 y, en 2024, el certamen Cénate Las Ventas, refrendando su condición de novillero revelación.
La alternativa soñada
El 5 de septiembre de 2024 cumplió el sueño de doctorarse en su tierra, en la plaza de Zorrilla. El padrino fue Morante de la Puebla y el testigo Juan Ortega, con toros de Juan Pedro Domecq. Mario reconoció los nervios, pero habló de “un privilegio de lujo” por compartir cartel con quien siempre consideró espejo artístico. En Valladolid se cerraba un círculo que había comenzado en Málaga y Salamanca, con un cartel de ensueño y la emoción de ser ahijado artístico de Rafael de Paula.
Tauromaquia y estilo
Mario se define como un obsesionado con “torear despacio” y hacer del ruedo una obra de arte. Su estilo es vertical, ortodoxo, de pureza clásica, más cercano a la naturalidad que al efectismo. Prefiere perder un trofeo antes que traicionar su concepto, y en tardes de viento o terrenos complicados mantiene la compostura. Sus referentes beben de la escuela sevillana y de los toreros de corte sobrio, donde lo importante es la hondura más que la espectacularidad.
Actualidad y desafíos
La otra cara de la moneda llegó en 2025. Pese a su alternativa, no se ha vestido de luces en ninguna corrida formal. Ni siquiera la feria de San Pedro Regalado le abrió hueco en su ciudad, donde soñaba con lidiar los Victorinos. El cartel, finalmente compuesto por Fortes, Tomás Rufo y Uceda Leal, lo dejó fuera, y muchos aficionados denunciaron que las empresas prefirieran veteranía sobre juventud.
Ese vacío lo vive con serenidad, residiendo en Salamanca, alternando tentaderos con aficiones como el cine, la lectura o montar a caballo. Su lema lo repite como escudo: “la ilusión de ser torero”. A sus 24 años, con temple y pureza como carta de presentación, sigue aguardando el momento en que las plazas mayores le devuelvan la oportunidad de demostrar que su clasicismo aún tiene un sitio en el toreo contemporáneo.
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