Juan Reus Parra, el trazo valenciano de la lidia
“En el cartel, como en la arena, todo se decide en un instante. La emoción no se puede corregir.” Así solía resumir Juan Reus Parra su manera de ver la pintura taurina. No hablaba sólo como artista, sino como aficionado que supo convertir los capotes, los tercios y los silencios de la plaza en imágenes inmortales.
Nació en Valencia el 19 de octubre de 1912, y murió en la misma ciudad, 90 años después, el 22 de junio de 2003. Hijo del Mediterráneo y del arte popular, su biografía transcurre paralela a la del siglo, marcada por la guerra, la posguerra, la bohemia y una lealtad a la tauromaquia que nunca traicionó.
Juan Reus en el taller
El aprendizaje del detalle
Se cuenta que fue bautizado por una hermana de los Aparici Fabrilo, toreros todos. A los catorce años ya trabajaba como aprendiz en una platería. Allí descubrieron su trazo firme y claro, y lo enviaron a formarse con Ruano Llopis, que le abrió el mundo del cartelismo taurino. Fue, junto con Roberto Domingo, Peris Brell y Constantino Gómez, uno de los pilares de su formación.
Durante sus primeros años, pintó abanicos y expuso en los bazares Prats y Collado de Valencia. Pero la Guerra Civil interrumpió todo: fue destinado al servicio de cartografía y luego al frente de Extremadura. Terminada la contienda, padeció internamiento en los campos de concentración de Orta y Almansa.
Juan Reus Parra y fondo taurino
La era de la Litografía Ortega
Cuando regresó a Valencia, encontró refugio en el arte. En los años cuarenta fue contratado por la célebre Litografía Ortega, donde trabajaría más de 25 años y sucedería a su propio maestro, Ruano Llopis. Allí creó más de 200 carteles taurinos y una infinidad de folletos y composiciones gráficas. No sólo fue dibujante: fue un testigo del toreo, su cronista en colores.
Su estilo se caracterizaba por una línea precisa, sepia a menudo, a la que añadía toques de color intensos, en gouache, ceras o lápices. Los gestos mínimos de los toreros, las sombras del ruedo y las luces del atardecer quedaban fijados como en una instantánea pintada.
Juan Reus Parra
El corazón taurino de un pintor
Reus fue, antes que nada, un hombre de plaza. Asiduo desde 1926 a los tendidos de Valencia, su mirada absorbía el movimiento de la lidia, lo retenía con minuciosidad, y lo devolvía transformado en imagen. De ahí nacieron obras como “Corrida de toros”, una carpeta sobre las fases del festejo, o los cuadros “Encierro de San Fermín” y “A la luz de la luna”, donde el toro es libre y mítico.
Retrató a más de cincuenta figuras del toreo, entre ellas Luis Miguel Dominguín, Carlos Arruza, Curro Romero, Álvaro Domecq, Rafael “El Gallo”, César Girón, Armillita, y valencianos como Vicente Ruiz “El Soro”, Enrique Ponce, Montoliu o Vicente Barrera. Uno de sus cuadros más recordados es el que dedicó a Manolo Montoliu, vestido de naranja y azabache, con la plaza de Valencia al fondo. El cuadro es homenaje y elegía a un torero caído.
Juan Reus Parra, Mis vivencias
Bohemio, entrañable, independiente
Según su biógrafo y amigo Ricardo Triviño, Reus fue más que un pintor: “fue el último representante del impresionismo taurino”. Pero también fue un hombre libre, con espíritu bohemio y sensibilidad para los animales, que cultivó la amistad y la introspección. Formó parte del Círculo de Bellas Artes de Valencia y era querido en todos los ambientes artísticos de la ciudad.
La última ovación
En mayo de 2003, días antes de una corrida en su honor, Reus fue ingresado en la Clínica de la Salud por una neumonía. No pudo asistir al homenaje donde torearon El Juli, César Jiménez y Vicente Barrera. Murió el 22 de junio, acompañado por su hija Emilia. Su esposa, enferma, no pudo estar en el hospital.
La Diputación de Valencia y la Asociación de Amigos de Montoliu y Curro Valencia le rindieron sendos homenajes. La incineración tuvo lugar en el Cementerio General de Valencia.
Juan Reus fue muchas cosas: dibujante, testigo del toreo, amante de los animales, restaurador, pintor de paisajes y de silencios. En alguno de sus autorretratos aparece sentado en una silla antigua, con un caballete detrás y una cerámica en las manos. Quizá esa imagen, modesta y luminosa, sea la que mejor lo define: un artista que supo ver el alma en la embestida, y dejarla en el papel sin pedir permiso al tiempo.
Juan Reus Parra, el trazo valenciano de la lidia
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Juan Reus Parra, el trazo valenciano de la lidia
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Re: Juan Reus Parra, el trazo valenciano de la lidia
Pintar la bravura de un toro es muy difícil, y un reto permanente para los que se atreven a hacerlo. Por eso los pintores extranjeros que pintan corridas de toros merecen todo el respeto.
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