César Rincón, ícono del toreo colombiano y figura internacional
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César Rincón. El César de Madrid. El César de Las Ventas
21 de mayo: dos orejas a un toro de Baltasar Ibán
22 demayo, toros de Murteira Grave.
el 6 de junio, junto a José Ortega Cano. Mano a mano y Puerta Grande. Toros de Samuel Flores.
el 1 de octubre por cuarta vez, Joao Moura.
Cuatro puertas grandes en 1991. Hazaña única.
22 demayo, toros de Murteira Grave.
el 6 de junio, junto a José Ortega Cano. Mano a mano y Puerta Grande. Toros de Samuel Flores.
el 1 de octubre por cuarta vez, Joao Moura.
Cuatro puertas grandes en 1991. Hazaña única.
César Rincón, ícono del toreo colombiano y figura internacional
César Rincón, ícono del toreo colombiano y figura internacional
César Rincón, nacido el 5 de septiembre de 1965 en Bogotá, Colombia, es uno de los toreros más destacados de Hispanoamérica. Su nombre completo es César Octavio Rincón Vargas y desde joven mostró interés por el arte del toreo, formándose en la Escuela Taurina de su ciudad natal. Debutó como novillero en 1981 y tomó la alternativa en 1982 en Bogotá, de manos de José María Manzanares y con el toro Emperador de la ganadería de Vistahermosa, consolidándose rápidamente como una promesa del toreo.
El momento cumbre de su carrera llegó en 1991, cuando realizó la hazaña histórica de salir cuatro veces por la Puerta Grande de Las Ventas en una misma temporada, un logro que lo consagró como figura del toreo internacional. Su estilo, caracterizado por una mezcla de temple, valor y entrega absoluta, le permitió triunfar en plazas de renombre como Sevilla, México y Nimes. Además, su conexión con el público, especialmente con el español, lo convirtió en un ídolo tanto dentro como fuera de los ruedos.
Tras una trayectoria marcada por éxitos y reconocimiento, César Rincón se retiró en 2007 en la Plaza de Toros de Santamaría de Bogotá. Desde entonces, ha dedicado su vida a la ganadería y a la promoción de la fiesta brava en Colombia, manteniéndose como un referente del toreo clásico. Su legado perdura como una inspiración para nuevas generaciones de toreros, que ven en él un modelo de disciplina y grandeza en el ruedo.
César Rincón, nacido el 5 de septiembre de 1965 en Bogotá, Colombia, es uno de los toreros más destacados de Hispanoamérica. Su nombre completo es César Octavio Rincón Vargas y desde joven mostró interés por el arte del toreo, formándose en la Escuela Taurina de su ciudad natal. Debutó como novillero en 1981 y tomó la alternativa en 1982 en Bogotá, de manos de José María Manzanares y con el toro Emperador de la ganadería de Vistahermosa, consolidándose rápidamente como una promesa del toreo.
El momento cumbre de su carrera llegó en 1991, cuando realizó la hazaña histórica de salir cuatro veces por la Puerta Grande de Las Ventas en una misma temporada, un logro que lo consagró como figura del toreo internacional. Su estilo, caracterizado por una mezcla de temple, valor y entrega absoluta, le permitió triunfar en plazas de renombre como Sevilla, México y Nimes. Además, su conexión con el público, especialmente con el español, lo convirtió en un ídolo tanto dentro como fuera de los ruedos.
Tras una trayectoria marcada por éxitos y reconocimiento, César Rincón se retiró en 2007 en la Plaza de Toros de Santamaría de Bogotá. Desde entonces, ha dedicado su vida a la ganadería y a la promoción de la fiesta brava en Colombia, manteniéndose como un referente del toreo clásico. Su legado perdura como una inspiración para nuevas generaciones de toreros, que ven en él un modelo de disciplina y grandeza en el ruedo.
Re: César Rincón, ícono del toreo colombiano y figura internacional
Santanerito de Baltasar Ibán, su primera Puerta Grande en Las Ventas
El 21 de mayo de 1991, en la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid, César Rincón compartió cartel con Curro Vázquez y el mexicano "Armillita Chico" durante la Feria de San Isidro. En esa tarde, Rincón lidió al toro "Santanerito" de la ganadería de Baltasar Ibán, marcado con el número 19 y un peso de 500 kilos. Su actuación fue magistral, destacando por su temple y dominio, lo que le valió cortar dos orejas y salir por la Puerta Grande, un hito que marcó el inicio de una temporada histórica en la que repetiría esta hazaña en tres ocasiones más.
La faena de Rincón con "Santanerito" se caracterizó por su capacidad para entender y aprovechar las cualidades del toro. Con distancias precisas y un poderío notable, logró someter la embestida del astado, luciéndolo al darle metros y luego gobernándolo por bajo. Esta actuación no solo le otorgó el reconocimiento del exigente público madrileño, sino que también consolidó su posición en el toreo internacional.
Este triunfo fue el primero de cuatro salidas consecutivas por la Puerta Grande de Las Ventas en la misma temporada, una hazaña sin precedentes en la historia de la tauromaquia. La actuación de Rincón con "Santanerito" es recordada como una de las más emblemáticas de su carrera y de la historia taurina reciente.
Esa misma noche firmó un contrato para sustituir al día siguiente a Fernando Lozano para lidiar un encierro de Murteira, con Ruiz Miguel y Espartaco.
El 21 de mayo de 1991, en la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid, César Rincón compartió cartel con Curro Vázquez y el mexicano "Armillita Chico" durante la Feria de San Isidro. En esa tarde, Rincón lidió al toro "Santanerito" de la ganadería de Baltasar Ibán, marcado con el número 19 y un peso de 500 kilos. Su actuación fue magistral, destacando por su temple y dominio, lo que le valió cortar dos orejas y salir por la Puerta Grande, un hito que marcó el inicio de una temporada histórica en la que repetiría esta hazaña en tres ocasiones más.
La faena de Rincón con "Santanerito" se caracterizó por su capacidad para entender y aprovechar las cualidades del toro. Con distancias precisas y un poderío notable, logró someter la embestida del astado, luciéndolo al darle metros y luego gobernándolo por bajo. Esta actuación no solo le otorgó el reconocimiento del exigente público madrileño, sino que también consolidó su posición en el toreo internacional.
Este triunfo fue el primero de cuatro salidas consecutivas por la Puerta Grande de Las Ventas en la misma temporada, una hazaña sin precedentes en la historia de la tauromaquia. La actuación de Rincón con "Santanerito" es recordada como una de las más emblemáticas de su carrera y de la historia taurina reciente.
Esa misma noche firmó un contrato para sustituir al día siguiente a Fernando Lozano para lidiar un encierro de Murteira, con Ruiz Miguel y Espartaco.
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Última edición por Macareno el Mié Ene 08, 2025 10:30 pm, editado 1 vez en total.
Re: César Rincón, ícono del toreo colombiano y figura internacional
La segunda puerta grande de César Rincón en Madrid fue un día después de la primera. Aquella noche firmó la sustitución de Fernando Lozano, y se enfrentó al toro Alentejo, de Murteira Grave, dos orejas.
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Re: César Rincón, ícono del toreo colombiano y figura internacional
Así escribía el crítico de El País en abril del año 2004 sobre los Murteira Grave que volvían al coso venteño el 26 de abril de ese año:
Desde 1998 los toros de Murteira Grave no se lidiaban en Las Ventas. Había interés por ver a los portugueses, afamados por lo ofensivo de sus pitones, su comportamiento agresivo, y ese cuajo y seriedad que imponen en el ruedo. Esos Murteira que inmortalizó César Rincón en su segunda salida a hombros en Madrid, en tarde en la que el corazón de la afición vibró y encandiló el cielo con sus olés de metal sonoro e incandescente. El de los días grandes. Los mismos que torearan con desigual fortuna aquel 1998 los entonces tres tenores, Joselito, Ponce y Rivera Ordóñez.
Desde 1998 los toros de Murteira Grave no se lidiaban en Las Ventas. Había interés por ver a los portugueses, afamados por lo ofensivo de sus pitones, su comportamiento agresivo, y ese cuajo y seriedad que imponen en el ruedo. Esos Murteira que inmortalizó César Rincón en su segunda salida a hombros en Madrid, en tarde en la que el corazón de la afición vibró y encandiló el cielo con sus olés de metal sonoro e incandescente. El de los días grandes. Los mismos que torearan con desigual fortuna aquel 1998 los entonces tres tenores, Joselito, Ponce y Rivera Ordóñez.
Re: César Rincón, ícono del toreo colombiano y figura internacional
Nuevas imágenes, también del gran aficionado @coscovillal de esta gran faena de César Rincón, que sería su segunda puerta grande. Toro "Alentejo" de Murteira Grave, hay que honrar los nombres de los toros y los ganaderos.
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Re: César Rincón, ícono del toreo colombiano y figura internacional
Crónica de Joaquín Vidal
Rinconistas a tope
Joaquin Vidal
Madrid - 23 may 1991 - 00:00CEST
Murteira / Ruiz Miguel, Espartaco, Rincón
Rincón dedica el triunfo a las víctimas de la violencia en su país
Toros de Murteira Grave (1º devuelto a causa de un súbito y extraño descontrol de movimientos), en general bien presentados, 2º justo de trapío y sospechoso de pitones, mansos con el caballo en general, boyantes; sobrero de Alcurrucén, con gran trapío, flojo, manso y pastueño.Ruiz Miguel: estocada corta (gran ovación y salida al tercio); estocada caída (Silencio). Espartaco: cuatro pinchazos, otro hondo caído y cuatro descabellos (pitos), pinchazo a toro arrancado y estocada corta baja (bronca). César Rincón: pinchazo -aviso con un minuto de retraso-, otro pinchazo y estocada corta (ovación y salida a los medios); estocada ladeada (dos orejas y dos clamorosas vueltas al ruedo a hombros); salió a hombros por la puerta grande entre aclamaciones de "¡torero!".
Plaza de Las Ventas, 22 de mayo. 13ª corrida de feria.
Lleno de "no hay billetes".
El público que abarrotó ayer la plaza de Las Ventas tuvo el honor de asistir a la consagración del rinconismo, que había nacido el día anterior, no más. No sólo tuvo el honor de asistir, sino de afiliarse también, y ahora mismo es rinconista a tope. El rinconismo ha surgido y se ha propagado con tanta rapidez, que en Madrid ya tiene mayoría absoluta y los militantes, por defender al titular de la causa, serían capaces de pegarse con su padre. A lo mejor, alguno se ha pegado ya.
Por segundo día consecutivo en la feria, César Rincón hizo la gran faena al sexto toro y salió a hombros por la puerta grande. Pero en esta segunda ocasión el triunfo alcanzó una magnitud que, para encontrar parigual, deberíamos remontarnos a los ya lejanos tiempos de los grandes maestros de la tauromaquia. Porque en esta segunda ocasión -igual que acaecía entonces en los fastos de maestría y triunfo- aunaron sus pareceres aficionados de toda la vida y espectadores transeuntes, se abrazaban toristas y toreristas a pesar de que son enemigos irreconciliables, y todos a una prorrumpían en gritos de "¡torero!, torero!" que, convertidos en clamor, constituyen la expresión máxima de la apoteosis taurina y olé.
Y todo sucedió porque César Rincón había toreado un toro. Se dice pronto. En una época en la que a cualquier cosa se le llama torear, cuando aparece un torero y se lleva el toro al platillo, y le da distancia al objeto de que desarrolle la combatividad propia de su casta brava, y le adelanta la muleta, y el toro de casta brava, al verla allí, descarada y retadora, se tira a matarla, y el torero para la fogosa embestida templándola, y obliga al toro a que se reboce en la pañosa conduciéndolo en derredor de su cintura, y remata dejando adelante otra vez la muletilla para que el toro desahogue su codicia y continúe embistiendo sin solución de continuidad, al público que contempla sernejantes lances le hace el efecto de que son magia pura, y se asombra, se enardece salta de sus asientos, corea oles, pierde lit noción del tiempo y del espacio, conmocionado por extrañas sensaciones. Es lo que sucede siempre que un torero torea un toro y exactamente todo eso es lo que sucedió en la faena de César Rincón al sexto de la tarde.
No siempre. Porque los naturales, de impecable factura y marchosa pinturería uno a unio, César Rincón no los ligó. Al rematar cada pase, rectificaba terrenos. Algo similar, solo que corregido y aumentado, hizo en su primera faena, tan larga que descompuso al noble toro y acabó siendo un animal escarbador, reservón y violento. Pero el rinconismo ya había tomado cuerpo, la grandeza de la causa hacía irrelevantes estos pequeños detalles y, además, su titular había entrado en trance. Su titular, César Rincón, no tocado sino abrazado por las musas, concertaba con el maravilloso sexto toro la recreación de las más hermosas s'uertes de la tauromaquia, y eran allí los cambios de mano en distintas versiones, los ayudados por alto o por bajo, las trincherillas juguetonas o los trincherazos profundos, desplegando toda la grandeza del toreo verdadero, para pasmo del público transeunte y conmoción de los aficionados de toda la vida, alguno de los cuales se desmayó.
Lo otro que se vio en la tarde fue cualquier cosa. Ruiz Miguel muleteó valentón y desangelado al primer toro, y fuera de cacho, incluso aliviándose con el pico, al cuarlo. Los mismos recursos empleó Espartaco en el segundo, a pesar de que se trataba de un borreguito inocente, y al quinto no lo supo ni parar, ni templar, ni mandar, y al oir que la gente le pitaba, fue y se enfadó. "Espartaco ha cogido un globo", decía un aficionado; y otro: "Espartaco s'ha cabreau ". Tenía motivos, Espartaco. Pues mientras Fracasaba sin paliativos, un rinconismo a tope expulsaba del templo al espartaquismo y sus espartaquistas, encumbrando lider a quien 48 horas antes era más o menos un desconocido. Ya lo decía en la grada don Mariano: sic transit loria mundi. Que, como todo el mundo sabe, significa eso pasa por meter el pico o no meterlo, ya ves.
Rinconistas a tope
Joaquin Vidal
Madrid - 23 may 1991 - 00:00CEST
Murteira / Ruiz Miguel, Espartaco, Rincón
Rincón dedica el triunfo a las víctimas de la violencia en su país
Toros de Murteira Grave (1º devuelto a causa de un súbito y extraño descontrol de movimientos), en general bien presentados, 2º justo de trapío y sospechoso de pitones, mansos con el caballo en general, boyantes; sobrero de Alcurrucén, con gran trapío, flojo, manso y pastueño.Ruiz Miguel: estocada corta (gran ovación y salida al tercio); estocada caída (Silencio). Espartaco: cuatro pinchazos, otro hondo caído y cuatro descabellos (pitos), pinchazo a toro arrancado y estocada corta baja (bronca). César Rincón: pinchazo -aviso con un minuto de retraso-, otro pinchazo y estocada corta (ovación y salida a los medios); estocada ladeada (dos orejas y dos clamorosas vueltas al ruedo a hombros); salió a hombros por la puerta grande entre aclamaciones de "¡torero!".
Plaza de Las Ventas, 22 de mayo. 13ª corrida de feria.
Lleno de "no hay billetes".
El público que abarrotó ayer la plaza de Las Ventas tuvo el honor de asistir a la consagración del rinconismo, que había nacido el día anterior, no más. No sólo tuvo el honor de asistir, sino de afiliarse también, y ahora mismo es rinconista a tope. El rinconismo ha surgido y se ha propagado con tanta rapidez, que en Madrid ya tiene mayoría absoluta y los militantes, por defender al titular de la causa, serían capaces de pegarse con su padre. A lo mejor, alguno se ha pegado ya.
Por segundo día consecutivo en la feria, César Rincón hizo la gran faena al sexto toro y salió a hombros por la puerta grande. Pero en esta segunda ocasión el triunfo alcanzó una magnitud que, para encontrar parigual, deberíamos remontarnos a los ya lejanos tiempos de los grandes maestros de la tauromaquia. Porque en esta segunda ocasión -igual que acaecía entonces en los fastos de maestría y triunfo- aunaron sus pareceres aficionados de toda la vida y espectadores transeuntes, se abrazaban toristas y toreristas a pesar de que son enemigos irreconciliables, y todos a una prorrumpían en gritos de "¡torero!, torero!" que, convertidos en clamor, constituyen la expresión máxima de la apoteosis taurina y olé.
Y todo sucedió porque César Rincón había toreado un toro. Se dice pronto. En una época en la que a cualquier cosa se le llama torear, cuando aparece un torero y se lleva el toro al platillo, y le da distancia al objeto de que desarrolle la combatividad propia de su casta brava, y le adelanta la muleta, y el toro de casta brava, al verla allí, descarada y retadora, se tira a matarla, y el torero para la fogosa embestida templándola, y obliga al toro a que se reboce en la pañosa conduciéndolo en derredor de su cintura, y remata dejando adelante otra vez la muletilla para que el toro desahogue su codicia y continúe embistiendo sin solución de continuidad, al público que contempla sernejantes lances le hace el efecto de que son magia pura, y se asombra, se enardece salta de sus asientos, corea oles, pierde lit noción del tiempo y del espacio, conmocionado por extrañas sensaciones. Es lo que sucede siempre que un torero torea un toro y exactamente todo eso es lo que sucedió en la faena de César Rincón al sexto de la tarde.
No siempre. Porque los naturales, de impecable factura y marchosa pinturería uno a unio, César Rincón no los ligó. Al rematar cada pase, rectificaba terrenos. Algo similar, solo que corregido y aumentado, hizo en su primera faena, tan larga que descompuso al noble toro y acabó siendo un animal escarbador, reservón y violento. Pero el rinconismo ya había tomado cuerpo, la grandeza de la causa hacía irrelevantes estos pequeños detalles y, además, su titular había entrado en trance. Su titular, César Rincón, no tocado sino abrazado por las musas, concertaba con el maravilloso sexto toro la recreación de las más hermosas s'uertes de la tauromaquia, y eran allí los cambios de mano en distintas versiones, los ayudados por alto o por bajo, las trincherillas juguetonas o los trincherazos profundos, desplegando toda la grandeza del toreo verdadero, para pasmo del público transeunte y conmoción de los aficionados de toda la vida, alguno de los cuales se desmayó.
Lo otro que se vio en la tarde fue cualquier cosa. Ruiz Miguel muleteó valentón y desangelado al primer toro, y fuera de cacho, incluso aliviándose con el pico, al cuarlo. Los mismos recursos empleó Espartaco en el segundo, a pesar de que se trataba de un borreguito inocente, y al quinto no lo supo ni parar, ni templar, ni mandar, y al oir que la gente le pitaba, fue y se enfadó. "Espartaco ha cogido un globo", decía un aficionado; y otro: "Espartaco s'ha cabreau ". Tenía motivos, Espartaco. Pues mientras Fracasaba sin paliativos, un rinconismo a tope expulsaba del templo al espartaquismo y sus espartaquistas, encumbrando lider a quien 48 horas antes era más o menos un desconocido. Ya lo decía en la grada don Mariano: sic transit loria mundi. Que, como todo el mundo sabe, significa eso pasa por meter el pico o no meterlo, ya ves.
Re: César Rincón, ícono del toreo colombiano y figura internacional
Desde España se podía hacer algo más para ayudar a los toreros y a todo el sector taurino de Colombia, y a los aficionados, y a los menos aficionados... hay mucho público en España y en Colombia para hacer algo más.
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- Registrado: Mar Dic 08, 2020 2:23 am
Re: César Rincón, ícono del toreo colombiano y figura internacional
César Rincón necesita todo el apoyo de la tauromaquia del mundo entero, para defender los toros en Colombia, donde ya están con fecha límite.
Re: César Rincón, ícono del toreo colombiano y figura internacional
El toreo colombiano necesita todo el apoyo y no sólo moral. Es decir, quien pueda, y sepa, y tenga capacidad, debería elaborar un camino práctico para acercar todo el apoyo "moral" y de todo tipo también en pro de la libertad en Colombia.
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