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Foros Toreros • Manuel Alcorlo: el arte como lidia interior y su universo taurino
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Manuel Alcorlo: el arte como lidia interior y su universo taurino

Publicado: Mié Oct 08, 2025 11:31 pm
por EstoEsElPueblo
Manuel Alcorlo: el arte como lidia interior y su universo taurino

Manuel Alcorlo (Madrid, 1935) es uno de esos artistas que parecen abarcarlo todo: la pintura, el dibujo, el grabado, la ilustración y, sobre todo, la imaginación. Su vida y su obra forman un universo coherente y vibrante, donde el color, la ironía y la observación se funden con una técnica impecable. Desde joven mostró una inclinación natural hacia el arte. Se formó en la Escuela de Artes y Oficios, continuó en la Escuela de Cerámica de la Moncloa y terminó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, donde obtuvo premios como el Sotomayor y el Carmen del Río. Aquellos años fueron el inicio de un camino artístico lleno de independencia, de coherencia y de fidelidad a sí mismo.
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Su primera exposición individual, en la Sala TAU de Madrid, en 1955, reveló a un creador inquieto, con dominio del dibujo y gusto por la sátira. Cinco años después obtuvo el Premio Roma, que le permitió residir en la Academia de España en Roma durante cuatro años. Allí se empapó del clasicismo italiano, de la arquitectura, de la pintura mural, y sobre todo del sentido monumental de la figura humana. Aquella estancia marcaría su trayectoria: en Alcorlo conviven el artesano y el fabulador, el cronista del tiempo y el soñador que no se resigna a la rutina del mundo.
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A lo largo de las décadas, Alcorlo ha mantenido una línea figurativa personalísima, al margen de las modas, sostenida por un dibujo de gran fuerza y por un colorismo intenso. Su obra, densa y humorística, contiene un sentido teatral del gesto y del espacio. Los personajes que la habitan son seres híbridos entre el sueño y la sátira, con resonancias literarias y ecos de la España contemporánea. En sus cuadros hay un diálogo permanente entre lo trágico y lo festivo, entre lo grotesco y lo poético, entre la belleza y la contradicción.
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También ha sido un ilustrador prolífico, con trabajos tan notables como su interpretación del Lazarillo de Tormes. En cada ilustración aparece la misma pulsión expresiva que domina su pintura: el gusto por los contrastes, por las texturas, por la ironía visual. Su capacidad de síntesis y su agudeza lo convirtieron en un referente en el grabado español contemporáneo, con una producción que recorre desde los años sesenta hasta hoy.
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La tauromaquia ocupa en su obra un lugar privilegiado, no como tema decorativo, sino como espejo de la condición humana. En sus series Tauromaquia I y Tauromaquia II, realizadas en 1970, Alcorlo plasma la fuerza y el ritmo del toreo a través del aguafuerte y la aguatinta. El trazo se vuelve nervioso, casi musical; el toro y el torero se enfrentan en un espacio simbólico donde el riesgo y la belleza dialogan con una sinceridad brutal. La mirada del artista no idealiza: observa, interpreta, transmite. Cada línea parece contener el pulso de la arena, el aire tenso de la plaza y el silencio previo a la embestida.
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Más adelante, en su serie Destrozones y tancredos, Alcorlo amplía el enfoque y muestra la tauromaquia popular: los toros embolados, los encierros rurales, las fiestas donde el toro forma parte del alma colectiva. Su intención no es celebrar el folclore, sino mostrar la energía vital y el sentido ritual de esas escenas. Las figuras, vigorosas y precisas, se mueven entre la sátira y la devoción, entre el juego y el riesgo, componiendo un mosaico visual de gran riqueza simbólica.
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La pintura también acogió esa fascinación taurina. En obras como Escena taurina (1987), un óleo sobre tabla de trazo firme y composición contenida, el artista vuelve a reflejar el encuentro entre el hombre y el toro como una metáfora de la lucha interior. La tauromaquia aparece entonces como un espejo del arte mismo: la búsqueda del equilibrio entre la muerte y la forma, entre la verdad y el artificio. En sus propias palabras —recogidas en una entrevista tardía—, Alcorlo afirmaba que pintar era “una forma de torear al destino con las manos vacías”.

En 1998 fue nombrado académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde se reconoció su papel como heredero de la gran tradición figurativa española. Años más tarde, esa misma institución organizó la exposición Universo Alcorlo, un homenaje que recorrió seis décadas de creación y que confirmó su estatura como artista total.
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El legado de Manuel Alcorlo se sostiene en la coherencia y en la imaginación. Sus toros, sus personajes y sus mundos son el reflejo de un artista que ha sabido mirar la realidad sin filtros, con humor, ternura y desasosiego. En la tauromaquia encontró, quizá, la metáfora más precisa de su arte: el pulso entre la vida y la muerte, el instante de belleza que se abre paso entre la arena y la sombra.