Begoña Gómez, de contable de prostíbulos a negociar con la flor del Ibex
Publicado: Vie Sep 12, 2025 10:56 pm
Begoña Gómez, de contable de prostíbulos a negociar con la flor del Ibex
El método de funcionamiento es sencillo, casi de manual.
Primero, una llamada: no de cualquiera, sino de Presidencia. La voz al otro lado recuerda con énfasis que viene “desde arriba” y propone una cita con la señora Gómez, que quiere compartir los destellos de su cátedra.
La empresa del Ibex, naturalmente, acepta. No es que el discurso académico les quite el sueño, pero nadie quiere que las inspecciones fiscales se conviertan en visitas demasiado frecuentes.
El encuentro se celebra con todo el boato. Begoña aparece acompañada de una asesora oficial que, aunque cobra de las arcas públicas, oficia de secretaria privada. Con unas diapositivas y un relato pintoresco, crea el marco perfecto para llegar a lo importante: la contribución económica.
Las compañías, en un gesto de libertad absoluta, deciden aportar. Eso sí, con un límite prudente, nunca más de cien mil euros, para que los radares de control financiero no hagan saltar alarmas innecesarias.
Más tarde, la Presidencia agradece el gesto con un guiño telefónico. No es una orden, ni una presión; apenas un recordatorio de que la generosidad no pasa desapercibida en los salones del poder.
Y así, todo queda en regla: sin tráfico de influencias, sin coacciones, sin otra cosa que la magia de las coincidencias.
El método de funcionamiento es sencillo, casi de manual.
Primero, una llamada: no de cualquiera, sino de Presidencia. La voz al otro lado recuerda con énfasis que viene “desde arriba” y propone una cita con la señora Gómez, que quiere compartir los destellos de su cátedra.
La empresa del Ibex, naturalmente, acepta. No es que el discurso académico les quite el sueño, pero nadie quiere que las inspecciones fiscales se conviertan en visitas demasiado frecuentes.
El encuentro se celebra con todo el boato. Begoña aparece acompañada de una asesora oficial que, aunque cobra de las arcas públicas, oficia de secretaria privada. Con unas diapositivas y un relato pintoresco, crea el marco perfecto para llegar a lo importante: la contribución económica.
Las compañías, en un gesto de libertad absoluta, deciden aportar. Eso sí, con un límite prudente, nunca más de cien mil euros, para que los radares de control financiero no hagan saltar alarmas innecesarias.
Más tarde, la Presidencia agradece el gesto con un guiño telefónico. No es una orden, ni una presión; apenas un recordatorio de que la generosidad no pasa desapercibida en los salones del poder.
Y así, todo queda en regla: sin tráfico de influencias, sin coacciones, sin otra cosa que la magia de las coincidencias.