¿Qué tienen en común animalistas y talibanes? Desprecio inhumano por las personas
Publicado: Mar Sep 09, 2025 6:39 pm
¿Qué tienen en común animalistas y talibanes? Desprecio inhumano por las personas
Los talibanes, los islamistas de Afganistán —de talib, estudiante— han prohibido la escolarización de las mujeres y les han cerrado el acceso a universidades y profesiones. Sólo otra mujer puede tocar a una mujer. Si no hay médicas, no hay cuidados para mujeres ni niñas. Tras el reciente terremoto, equipos de salvamento se han visto impedidos de atender a mujeres heridas porque la norma religiosa pesa más que la vida.
¿Y los animalistas?
No solo ellos: también millones de propietarios de mascotas en Estados Unidos comparten un desprecio inhumano por las personas. Según un estudio sociológico de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill y de la Universidad Estatal de Ohio, con encuestas de validez nacional, uno de cada cinco estadounidenses preferiría salvar a un cachorro desconocido antes que a un ser humano desconocido, y más de la mitad optaría por salvar a su perro antes que a un extraño. La ideología política no cambia nada: demócratas o republicanos, la preferencia es la misma.
El animalismo ha arrasado en la sociedad estadounidense. No es de extrañar en un país que, desde sus orígenes, mostró poca piedad hacia sus semejantes y gran ternura hacia sus mascotas. Mientras exterminaban pueblos nativos y esclavizaban africanos por unas monedas, soldados, comerciantes y ciudadanos acariciaban a su gato o a su perro. Dos siglos después, el mal se ha multiplicado: hoy las personas ocupan un lugar varios escalones por debajo de los animales de compañía.
La conclusión de estos estudios es atroz: tanto el dogma talibán como el mascotismo urbano terminan en lo mismo, deshumanizar al prójimo. Allí, bajo los escombros, se deja morir a mujeres heridas por no ser tocadas por varones. Aquí, en el confort urbano, se prefiere rescatar a un perro antes que tender la mano a un desconocido. La barbarie adopta formas distintas, pero su esencia es la misma: negar valor a la vida humana.
Los talibanes, los islamistas de Afganistán —de talib, estudiante— han prohibido la escolarización de las mujeres y les han cerrado el acceso a universidades y profesiones. Sólo otra mujer puede tocar a una mujer. Si no hay médicas, no hay cuidados para mujeres ni niñas. Tras el reciente terremoto, equipos de salvamento se han visto impedidos de atender a mujeres heridas porque la norma religiosa pesa más que la vida.
¿Y los animalistas?
No solo ellos: también millones de propietarios de mascotas en Estados Unidos comparten un desprecio inhumano por las personas. Según un estudio sociológico de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill y de la Universidad Estatal de Ohio, con encuestas de validez nacional, uno de cada cinco estadounidenses preferiría salvar a un cachorro desconocido antes que a un ser humano desconocido, y más de la mitad optaría por salvar a su perro antes que a un extraño. La ideología política no cambia nada: demócratas o republicanos, la preferencia es la misma.
El animalismo ha arrasado en la sociedad estadounidense. No es de extrañar en un país que, desde sus orígenes, mostró poca piedad hacia sus semejantes y gran ternura hacia sus mascotas. Mientras exterminaban pueblos nativos y esclavizaban africanos por unas monedas, soldados, comerciantes y ciudadanos acariciaban a su gato o a su perro. Dos siglos después, el mal se ha multiplicado: hoy las personas ocupan un lugar varios escalones por debajo de los animales de compañía.
La conclusión de estos estudios es atroz: tanto el dogma talibán como el mascotismo urbano terminan en lo mismo, deshumanizar al prójimo. Allí, bajo los escombros, se deja morir a mujeres heridas por no ser tocadas por varones. Aquí, en el confort urbano, se prefiere rescatar a un perro antes que tender la mano a un desconocido. La barbarie adopta formas distintas, pero su esencia es la misma: negar valor a la vida humana.