Calles tensas y respuestas huecas: inseguridad urbana en Barcelona, Bilbao y Zaragoza
Publicado: Sab Jul 19, 2025 1:02 pm
Calles tensas y respuestas huecas: inseguridad urbana en Barcelona, Bilbao y Zaragoza
La seguridad ciudadana no se mide solo con cifras oficiales, sobre todo cuando buena parte de la estrategia institucional consiste en reducir la visibilidad del delito antes que el delito mismo. En comisarías de toda España, no es raro que se disuada de poner una denuncia por hurto sin testigos o que se pida “esperar al día siguiente” si el delito no reviste gravedad. Y sin denuncia, no hay delito en las estadísticas.
Sin embargo, la percepción pública no se maquilla tan fácilmente. Ni la de los vecinos ni la de los comerciantes, ni mucho menos la de quienes han sido robados, acosados o agredidos. En ciudades como Barcelona, Bilbao y Zaragoza, los discursos tranquilizadores no logran ocultar la creciente inquietud social ante una realidad urbana cada vez más frágil.
Barcelona
Barcelona lidera las estadísticas nacionales de robos con violencia, y no es por casualidad. La situación llegó a tal extremo que en 2024 se lanzó el llamado Plan Kanpai, con más de 1.000 agentes de los Mossos desplegados en estaciones, aeropuertos y zonas de ocio.
En una sola acción, se detuvo a más de 100 personas. Pero la pregunta que retumba en la calle es otra: ¿dónde están ahora esos detenidos? La respuesta, aunque incómoda, es bien conocida por los vecinos: la mayoría, en la calle a las pocas horas. El propio Departament de Justícia tuvo que abrir cinco juzgados más en 2025 para hacer frente a la avalancha de casos por delitos leves y multirreincidencia.
Bilbao: cuando la mancha se extiende
Bilbao ha presumido durante años de ser una ciudad segura. Y es cierto que, en términos comparativos, no es de las peores. Pero la inseguridad ha dejado de estar concentrada en el barrio de San Francisco, tradicionalmente vinculado a pequeñas mafias, menudeo y conflictividad nocturna. Hoy Bilbao La Vieja, Zabala, Irala y parte de Rekalde son señalados por los propios vecinos como nuevas zonas calientes, con aumento de robos, agresiones y trapicheo a plena luz del día.
Lo que antes se decía en voz baja ahora circula en redes locales, grupos de vecinos y bares: hay más tensión, más miedo, más violencia. Y mientras tanto, las autoridades insisten en que todo va bien o que “está controlado”.
Zaragoza: más robos, más agresividad, más silencio institucional
Zaragoza ha pasado, en menos de tres años, de presumir de tranquilidad a normalizar un incremento constante de hurtos y robos con violencia. En 2024, los robos con violencia crecieron casi un 30 %. El número de hurtos también aumentó significativamente. Y aunque la cifra total de infracciones en 2025 no parece escandalosa (+1,15 % interanual), lo preocupante es la intensidad y la frecuencia con la que se producen los delitos.
La reacción institucional ha sido, como era de esperar, montar una comisión mixta, prometer coordinación con la Policía Nacional y anunciar una nueva ordenanza cívica. Pero las medidas de fondo brillan por su ausencia.
En estas tres ciudades, la conclusión es similar: la distancia entre los partes oficiales y la realidad de la calle se ha agrandado tanto que ya no se oculta con ruedas de prensa ni campañas de tranquilidad. Y aunque nadie quiere vivir con miedo, tampoco se puede fingir que no pasa nada.
Porque lo que pasa es visible. En el metro de Barcelona, en la noche de Bilbao, en los portales de Zaragoza. Y eso no lo maquilla ninguna estadística.
La seguridad ciudadana no se mide solo con cifras oficiales, sobre todo cuando buena parte de la estrategia institucional consiste en reducir la visibilidad del delito antes que el delito mismo. En comisarías de toda España, no es raro que se disuada de poner una denuncia por hurto sin testigos o que se pida “esperar al día siguiente” si el delito no reviste gravedad. Y sin denuncia, no hay delito en las estadísticas.
Sin embargo, la percepción pública no se maquilla tan fácilmente. Ni la de los vecinos ni la de los comerciantes, ni mucho menos la de quienes han sido robados, acosados o agredidos. En ciudades como Barcelona, Bilbao y Zaragoza, los discursos tranquilizadores no logran ocultar la creciente inquietud social ante una realidad urbana cada vez más frágil.
Barcelona
Barcelona lidera las estadísticas nacionales de robos con violencia, y no es por casualidad. La situación llegó a tal extremo que en 2024 se lanzó el llamado Plan Kanpai, con más de 1.000 agentes de los Mossos desplegados en estaciones, aeropuertos y zonas de ocio.
En una sola acción, se detuvo a más de 100 personas. Pero la pregunta que retumba en la calle es otra: ¿dónde están ahora esos detenidos? La respuesta, aunque incómoda, es bien conocida por los vecinos: la mayoría, en la calle a las pocas horas. El propio Departament de Justícia tuvo que abrir cinco juzgados más en 2025 para hacer frente a la avalancha de casos por delitos leves y multirreincidencia.
Bilbao: cuando la mancha se extiende
Bilbao ha presumido durante años de ser una ciudad segura. Y es cierto que, en términos comparativos, no es de las peores. Pero la inseguridad ha dejado de estar concentrada en el barrio de San Francisco, tradicionalmente vinculado a pequeñas mafias, menudeo y conflictividad nocturna. Hoy Bilbao La Vieja, Zabala, Irala y parte de Rekalde son señalados por los propios vecinos como nuevas zonas calientes, con aumento de robos, agresiones y trapicheo a plena luz del día.
Lo que antes se decía en voz baja ahora circula en redes locales, grupos de vecinos y bares: hay más tensión, más miedo, más violencia. Y mientras tanto, las autoridades insisten en que todo va bien o que “está controlado”.
Zaragoza: más robos, más agresividad, más silencio institucional
Zaragoza ha pasado, en menos de tres años, de presumir de tranquilidad a normalizar un incremento constante de hurtos y robos con violencia. En 2024, los robos con violencia crecieron casi un 30 %. El número de hurtos también aumentó significativamente. Y aunque la cifra total de infracciones en 2025 no parece escandalosa (+1,15 % interanual), lo preocupante es la intensidad y la frecuencia con la que se producen los delitos.
La reacción institucional ha sido, como era de esperar, montar una comisión mixta, prometer coordinación con la Policía Nacional y anunciar una nueva ordenanza cívica. Pero las medidas de fondo brillan por su ausencia.
En estas tres ciudades, la conclusión es similar: la distancia entre los partes oficiales y la realidad de la calle se ha agrandado tanto que ya no se oculta con ruedas de prensa ni campañas de tranquilidad. Y aunque nadie quiere vivir con miedo, tampoco se puede fingir que no pasa nada.
Porque lo que pasa es visible. En el metro de Barcelona, en la noche de Bilbao, en los portales de Zaragoza. Y eso no lo maquilla ninguna estadística.