Pedro I el Emperador: del vapor de la sauna al trono de La Moncloa
Publicado: Vie Jul 18, 2025 11:25 am
Pedro I el Emperador: del vapor de la sauna al trono de La Moncloa
Prólogo biográfico no autorizado del nuevo César ibérico del poder sin alma
Pedro Sánchez no llegó al poder por sus ideas. Ni por su discurso. Ni por su fotogenia. Llegó porque supo cabalgar sobre la mugre sin despeinarse. Y lo hizo con la calma de quien se sabe protegido por grabaciones, favores antiguos y habitaciones con puerta doble.
Porque, antes de La Moncloa, hubo saunas.
Antes del Falcon, hubo sobrecitos.
Y antes del BOE, hubo una familia dedicada a administrar camas alquiladas por horas, cuyo negocio dejó más que calor: dejó información.
Una juventud blindada por el vaho
La familia de su esposa, Begoña Gómez, no se dedicó al pan ni al calzado. Se dedicó al entretenimiento por fricción. En la Madrid de los 80 y 90, los locales de Sabiniano Gómez y sus hermanos eran punto de encuentro para clientes de todo tipo: desde camioneros hasta figuras de la política madrileña.
Las saunas como Adán, Azul o Princesa no eran simples lugares de relax. Eran observatorios sociales. Cámaras, grabaciones, micrófonos: el "negocio familiar" fue también una escuela de inteligencia no oficial.
Y en ese contexto, el joven yerno se movía con soltura. Sabía. Escuchaba. Aprendía.
Los JB de la sauna: pasaporte a la cima
Según fuentes policiales y periodísticas, en ciertos años clave circularon por ambientes discretos unas cintas etiquetadas como “JB” —siglas de "Juegos de Baño" o de “Jefes Bailando”, según a quién se pregunte— que contenían material visual y auditivo de encuentros delicados entre figuras públicas y trabajadores sexuales. Apellidos de alto voltaje político, como Bono, Borrell, Blanco -y otros que irán saliendo- en esta crónica de la España más oscura fueron los peldaños a la cima de un joven sin escrúpulos.
¿Quién manejaba esas grabaciones? ¿Quién las archivó? ¿Y quién supo usarlas con inteligencia helada, sin mover un músculo?
Lo que es seguro es que ciertas puertas se abrieron solas para Sánchez tras su matrimonio con Begoña Gómez. Y que, en los pasillos del PSOE, nadie se atrevió a toserle cuando volvió tras su caída de 2016. ¿Por carisma? ¿Por programa? ¿O por lo que podría saberse si alguien hablaba de más?
El emperador sin imperio (pero con ático barato)
Pedro Sánchez se presenta como un tecnócrata progresista, un europeo sin tacha, un reformista puro. Pero sus decisiones lo retratan como un príncipe renacentista criado en burdeles, con el alma templada por el vaho de los reservados y los favores de sofá.
La vivienda de lujo de Muface, alquilada por 850 euros. El uso de propiedades familiares relacionadas con el negocio sexual. Las primarias financiadas con dinero de origen escasamente explicable. Todo eso forma parte de su curriculum oculto.
Del colchón a la Constitución
Hoy, Pedro I el Emperador firma amnistías, rescata aerolíneas de amigos, coloca a su mujer en cátedras exprés y pacta con prófugos de la justicia. Pero todo eso es solo el desenlace lógico de una carrera construida desde la penumbra de la sauna.
El poder, como la temperatura en los baños turcos, sube mejor cuando se cierran todas las ventanas.
Y no está solo en esta corte del vapor y el chantaje. En otros rincones del mundo —del Potomac a los Urales, del Congo a las islas del Pacífico— hay otros señores del trono que, como Sánchez, supieron que el verdadero poder no se construye a la luz del día, sino en habitaciones donde el sudor, el silencio y la información circulan con la misma densidad que el humo de un sauna bien cerrado.
Prólogo biográfico no autorizado del nuevo César ibérico del poder sin alma
Pedro Sánchez no llegó al poder por sus ideas. Ni por su discurso. Ni por su fotogenia. Llegó porque supo cabalgar sobre la mugre sin despeinarse. Y lo hizo con la calma de quien se sabe protegido por grabaciones, favores antiguos y habitaciones con puerta doble.
Porque, antes de La Moncloa, hubo saunas.
Antes del Falcon, hubo sobrecitos.
Y antes del BOE, hubo una familia dedicada a administrar camas alquiladas por horas, cuyo negocio dejó más que calor: dejó información.
Una juventud blindada por el vaho
La familia de su esposa, Begoña Gómez, no se dedicó al pan ni al calzado. Se dedicó al entretenimiento por fricción. En la Madrid de los 80 y 90, los locales de Sabiniano Gómez y sus hermanos eran punto de encuentro para clientes de todo tipo: desde camioneros hasta figuras de la política madrileña.
Las saunas como Adán, Azul o Princesa no eran simples lugares de relax. Eran observatorios sociales. Cámaras, grabaciones, micrófonos: el "negocio familiar" fue también una escuela de inteligencia no oficial.
Y en ese contexto, el joven yerno se movía con soltura. Sabía. Escuchaba. Aprendía.
Los JB de la sauna: pasaporte a la cima
Según fuentes policiales y periodísticas, en ciertos años clave circularon por ambientes discretos unas cintas etiquetadas como “JB” —siglas de "Juegos de Baño" o de “Jefes Bailando”, según a quién se pregunte— que contenían material visual y auditivo de encuentros delicados entre figuras públicas y trabajadores sexuales. Apellidos de alto voltaje político, como Bono, Borrell, Blanco -y otros que irán saliendo- en esta crónica de la España más oscura fueron los peldaños a la cima de un joven sin escrúpulos.
¿Quién manejaba esas grabaciones? ¿Quién las archivó? ¿Y quién supo usarlas con inteligencia helada, sin mover un músculo?
Lo que es seguro es que ciertas puertas se abrieron solas para Sánchez tras su matrimonio con Begoña Gómez. Y que, en los pasillos del PSOE, nadie se atrevió a toserle cuando volvió tras su caída de 2016. ¿Por carisma? ¿Por programa? ¿O por lo que podría saberse si alguien hablaba de más?
El emperador sin imperio (pero con ático barato)
Pedro Sánchez se presenta como un tecnócrata progresista, un europeo sin tacha, un reformista puro. Pero sus decisiones lo retratan como un príncipe renacentista criado en burdeles, con el alma templada por el vaho de los reservados y los favores de sofá.
La vivienda de lujo de Muface, alquilada por 850 euros. El uso de propiedades familiares relacionadas con el negocio sexual. Las primarias financiadas con dinero de origen escasamente explicable. Todo eso forma parte de su curriculum oculto.
Del colchón a la Constitución
Hoy, Pedro I el Emperador firma amnistías, rescata aerolíneas de amigos, coloca a su mujer en cátedras exprés y pacta con prófugos de la justicia. Pero todo eso es solo el desenlace lógico de una carrera construida desde la penumbra de la sauna.
El poder, como la temperatura en los baños turcos, sube mejor cuando se cierran todas las ventanas.
Y no está solo en esta corte del vapor y el chantaje. En otros rincones del mundo —del Potomac a los Urales, del Congo a las islas del Pacífico— hay otros señores del trono que, como Sánchez, supieron que el verdadero poder no se construye a la luz del día, sino en habitaciones donde el sudor, el silencio y la información circulan con la misma densidad que el humo de un sauna bien cerrado.