Tarde de sol en La México: vida y voz de Jesús Ferrer "El Teniente"
Publicado: Mié Jul 16, 2025 12:08 pm
Tarde de sol en La México: vida y voz de Jesús Ferrer "El Teniente"
Nacido en Puebla (1931 – 13 de julio de 2025) Jesús Ferrer Guzmán se ganó el apodo “El Teniente” tras una breve etapa en el ejército, pero fue en la arena taurina donde encontró su vocación y su voz. Mezclando esa disciplina militar con el arte de la charrería, se convirtió en un símbolo inigualable de la afición popular.
Una polifonía taurina entre versos, sombrero y charro
Más que un simple aficionado, El Teniente fue un cronista lírico: vestido siempre de charro negro en el tendido de sol en la Plaza México, cada tarde de toros improvisaba elegantes resúmenes poéticos de lo acontecido en la lidia. Sus versos, pasionales y bien medidos, viajaban a través de la voz de su amigo Pepe Alameda en la transmisión televisiva nacional. Esta mezcla de teatro, poesía y tradición lo convirtió en un personaje único del espectáculo taurino, querido por aficionados, toreros y profesionales del medio.
El icónico sombrero negro de charro solía caer al ruedo como señal de aprecio por faenas memorables. Un momento paradigmático ocurrió en 1982, cuando Ernesto Belmont recibió ese símbolo en medio de un novillo, en una histórica competición con Manolo Mejía y Valente Arellano, inmortalizada en óleo por Antonio Navarrete.
Vida de creador y vocación familiar
Su relación con la tauromaquia fue profunda y auténtica. Desde los 14 años colaboró en el periódico Claridades, traduciendo la emoción del ruedo a la redacción junto al crítico “Don Difi” José Jiménez Latapí. Posteriormente, alternó roles como promotor taurino y empresario restaurantero en Puebla, combinando la pasión por la fiesta brava con su liderazgo cultural .
En 2004, publicó En Una Tarde De Sol. Rimas Taurinas, una recopilación de sus versos taurinos, reflejo de su sensibilidad poética y profundo conocimiento de la lidia.
Un linaje taurino y cultural
El legado taurino continúa en su familia:
Gabriela Ferrer, bailaora de flamenco y pintora taurina, casada con el ganadero Juan Carlos González.
Verónica Ferrer, casada con el doctor Héctor Aquino, cirujano de varios matadores; son padres del torero Héctor Gabriel.
Diego Ferrer, aficionado práctico y editor de revista taurina.
Su sobrino Alejandro Ferrer, también matador.
El Teniente fue punto de encuentro de toreros, ganaderos, periodistas, empresarios y figuras públicas que hallaron en él un amigo, cronista y referente cultural.
Un adiós emotivo
A los 94 años, falleció en Puebla el domingo 13 de julio de 2025. Sus restos fueron velados en la funeraria Asís y despedidos al día siguiente con misa en cuerpo presente. Aficionados y amigos dejaron en su memoria un legado de ingenio, poesía y devoción taurina.
Hélice de palabras: un poema final
En su elegante voz poética dejaba pistas de su sensibilidad, como en este fragmento de uno de sus versos:
“Voy a tirar mi sombrero
en una tarde de sol,
por un lance postinero…
voy a tirar mi sombrero…
en una tarde de sol.”
Legado y trascendencia
Jesús Ferrer “El Teniente” representó esa conexión única entre la calle y el ruedo, entre la arenga popular y el arte de la palabra. Hizo de cada tarde de toros un acto comunitario, una celebración compartida. Su figura, su voz y su sombrero negro ya forman parte de la memoria viva de la Fiesta Brava mexicana.
Nacido en Puebla (1931 – 13 de julio de 2025) Jesús Ferrer Guzmán se ganó el apodo “El Teniente” tras una breve etapa en el ejército, pero fue en la arena taurina donde encontró su vocación y su voz. Mezclando esa disciplina militar con el arte de la charrería, se convirtió en un símbolo inigualable de la afición popular.
Una polifonía taurina entre versos, sombrero y charro
Más que un simple aficionado, El Teniente fue un cronista lírico: vestido siempre de charro negro en el tendido de sol en la Plaza México, cada tarde de toros improvisaba elegantes resúmenes poéticos de lo acontecido en la lidia. Sus versos, pasionales y bien medidos, viajaban a través de la voz de su amigo Pepe Alameda en la transmisión televisiva nacional. Esta mezcla de teatro, poesía y tradición lo convirtió en un personaje único del espectáculo taurino, querido por aficionados, toreros y profesionales del medio.
El icónico sombrero negro de charro solía caer al ruedo como señal de aprecio por faenas memorables. Un momento paradigmático ocurrió en 1982, cuando Ernesto Belmont recibió ese símbolo en medio de un novillo, en una histórica competición con Manolo Mejía y Valente Arellano, inmortalizada en óleo por Antonio Navarrete.
Vida de creador y vocación familiar
Su relación con la tauromaquia fue profunda y auténtica. Desde los 14 años colaboró en el periódico Claridades, traduciendo la emoción del ruedo a la redacción junto al crítico “Don Difi” José Jiménez Latapí. Posteriormente, alternó roles como promotor taurino y empresario restaurantero en Puebla, combinando la pasión por la fiesta brava con su liderazgo cultural .
En 2004, publicó En Una Tarde De Sol. Rimas Taurinas, una recopilación de sus versos taurinos, reflejo de su sensibilidad poética y profundo conocimiento de la lidia.
Un linaje taurino y cultural
El legado taurino continúa en su familia:
Gabriela Ferrer, bailaora de flamenco y pintora taurina, casada con el ganadero Juan Carlos González.
Verónica Ferrer, casada con el doctor Héctor Aquino, cirujano de varios matadores; son padres del torero Héctor Gabriel.
Diego Ferrer, aficionado práctico y editor de revista taurina.
Su sobrino Alejandro Ferrer, también matador.
El Teniente fue punto de encuentro de toreros, ganaderos, periodistas, empresarios y figuras públicas que hallaron en él un amigo, cronista y referente cultural.
Un adiós emotivo
A los 94 años, falleció en Puebla el domingo 13 de julio de 2025. Sus restos fueron velados en la funeraria Asís y despedidos al día siguiente con misa en cuerpo presente. Aficionados y amigos dejaron en su memoria un legado de ingenio, poesía y devoción taurina.
Hélice de palabras: un poema final
En su elegante voz poética dejaba pistas de su sensibilidad, como en este fragmento de uno de sus versos:
“Voy a tirar mi sombrero
en una tarde de sol,
por un lance postinero…
voy a tirar mi sombrero…
en una tarde de sol.”
Legado y trascendencia
Jesús Ferrer “El Teniente” representó esa conexión única entre la calle y el ruedo, entre la arenga popular y el arte de la palabra. Hizo de cada tarde de toros un acto comunitario, una celebración compartida. Su figura, su voz y su sombrero negro ya forman parte de la memoria viva de la Fiesta Brava mexicana.