De animales a muñecos: cómo convertir al perro en un juguete emocional
Publicado: Mar Jul 15, 2025 12:26 am
De animales a muñecos: cómo convertir al perro en un juguete emocional
Cada otoño, miles de perros en España empiezan a “vestirse” con abrigos, jerséis y complementos invernales, incluso con temperaturas suaves que apenas bajan de los 10 °C. Lejos de ser una necesidad veterinaria, esta práctica se basa más en la emoción, la moda o la presión animalista que en el bienestar real del animal.
La prestigiosa Facultad de Veterinaria de Tufts, en Boston (Estados Unidos) desarrolló una escala objetiva para valorar el riesgo por frío en perros. Según sus criterios científicos, validados por profesionales, la mayoría de perros sanos no necesita protección térmica mientras la temperatura esté por encima de los 7 °centígrados. En ciudades españolas, esto ocurre durante la mayor parte del año. Tabla de calor soportable para perros según su tamaño y graduación del frío
Entonces, ¿por qué tantos canes llevan ropa? Porque sus propietarios, manipulados emocionalmente, confunden el afecto con la humanización. Víctimas de campañas comerciales, gurús animalistas sin formación, marcas que explotan el vínculo afectivo; y sobre todo, directivos y ejecutivos de organizaciones animalistas que fríamente manipulan —por dinero y poder— los vínculos entre amo y animal de compañía para controlar y manejar a las personas.
Y así, lo que comenzó como cuidado, termina muchas veces en incomodidad, sobrecalentamiento y estrés. El perro —que no puede quejarse, ni quitarse el abrigo, ni explicar su malestar— queda sometido a una lógica que no es la suya, sino la del escaparate emocional de su amo.
No olvidemos que la escala de Tufts fue desarrollada en Boston, una ciudad donde los inviernos traen nieve y temperaturas bajo cero. En España, ese frío extremo es la excepción, no la norma. Aplicar sin reflexión esas recomendaciones a climas templados convierte la ciencia en superstición... y condena al perro —una criatura viva, con su instinto y su pelaje— a cargar con abrigos innecesarios, sudar bajo telas que no comprende, y adaptarse al capricho humano, sin más.
Lástima por el pobre animal, víctima de su amo; lástima por el amo, víctima a su vez de los animalistas; y desprecio por los “animalistas” que utilizan el sufrimiento animal para sus propios fines. Aunque el animal pase meses y años de sufrimiento, año, tras año, tras año.
Cada otoño, miles de perros en España empiezan a “vestirse” con abrigos, jerséis y complementos invernales, incluso con temperaturas suaves que apenas bajan de los 10 °C. Lejos de ser una necesidad veterinaria, esta práctica se basa más en la emoción, la moda o la presión animalista que en el bienestar real del animal.
La prestigiosa Facultad de Veterinaria de Tufts, en Boston (Estados Unidos) desarrolló una escala objetiva para valorar el riesgo por frío en perros. Según sus criterios científicos, validados por profesionales, la mayoría de perros sanos no necesita protección térmica mientras la temperatura esté por encima de los 7 °centígrados. En ciudades españolas, esto ocurre durante la mayor parte del año. Tabla de calor soportable para perros según su tamaño y graduación del frío
Entonces, ¿por qué tantos canes llevan ropa? Porque sus propietarios, manipulados emocionalmente, confunden el afecto con la humanización. Víctimas de campañas comerciales, gurús animalistas sin formación, marcas que explotan el vínculo afectivo; y sobre todo, directivos y ejecutivos de organizaciones animalistas que fríamente manipulan —por dinero y poder— los vínculos entre amo y animal de compañía para controlar y manejar a las personas.
Y así, lo que comenzó como cuidado, termina muchas veces en incomodidad, sobrecalentamiento y estrés. El perro —que no puede quejarse, ni quitarse el abrigo, ni explicar su malestar— queda sometido a una lógica que no es la suya, sino la del escaparate emocional de su amo.
No olvidemos que la escala de Tufts fue desarrollada en Boston, una ciudad donde los inviernos traen nieve y temperaturas bajo cero. En España, ese frío extremo es la excepción, no la norma. Aplicar sin reflexión esas recomendaciones a climas templados convierte la ciencia en superstición... y condena al perro —una criatura viva, con su instinto y su pelaje— a cargar con abrigos innecesarios, sudar bajo telas que no comprende, y adaptarse al capricho humano, sin más.
Lástima por el pobre animal, víctima de su amo; lástima por el amo, víctima a su vez de los animalistas; y desprecio por los “animalistas” que utilizan el sufrimiento animal para sus propios fines. Aunque el animal pase meses y años de sufrimiento, año, tras año, tras año.