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Foros Toreros • Jacques Lipchitz y el mundo del toro: arte, símbolo y metamorfosis
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Jacques Lipchitz y el mundo del toro: arte, símbolo y metamorfosis

Publicado: Lun May 26, 2025 10:47 am
por EstoEsElPueblo
Jacques Lipchitz y el mundo del toro: arte, símbolo y metamorfosis

Para empezar la semana, un escultor, Lipchitz, de origen lituano, que llegó a la tauromaquia siguiendo a las tendencias artísticas de París.

Jacques Lipchitz nació el 22 de agosto de 1891 en Druskininkai, entonces una pequeña ciudad del Imperio ruso. Su nombre original era Chaim Jacob Lipschitz. Hijo de un contratista judío, creció en un ambiente marcado por las tensiones de su tiempo: la tradición, el antisemitismo, el deseo de emancipación intelectual. En 1909, con apenas dieciocho años, abandonó Lituania rumbo a París, donde comenzaría la verdadera historia de su vida.
Estudio, Toreador de Lipchitz
Estudio, Toreador de Lipchitz.png
Allí, en el epicentro del arte moderno, se formó en la École des Beaux-Arts y en la Académie Julian. No tardó en integrarse a los círculos vanguardistas de Montparnasse. Pronto compartía ideas, cafés y silencios con Pablo Picasso, Juan Gris o Diego Rivera. Uno de sus contemporáneos diría: “Hablaba poco, pero cuando esculpía, parecía que la piedra respiraba”.

A partir de 1913, Lipchitz comenzó a aplicar las reglas del cubismo —hasta entonces propias de la pintura— al volumen escultórico. Fragmentaba el cuerpo humano en planos, lo abría al espacio, convertía la figura en un juego de geometría y tensión. Fue en ese contexto cuando nació Toreador.
Jacques Lipchitz, Torero, en yeso
Jacques Lipchitz Torero en yeso.jpg
Concebida entre 1914 y 1915, Toreador es una figura erguida, reducida a su esencia: angulosa, expectante, como si estuviera a punto de respirar o caer. No hay toro, no hay plaza, no hay muleta. Solo el hombre y su forma. Lipchitz dijo años más tarde: “No me interesaba el torero como héroe, sino como forma humana enfrentada al tiempo”. La obra, fundida en bronce, se conserva en la Pearlman Collection y en el MoMA.

Su fascinación por el mundo taurino no fue episódica. En sus viajes a España, Lipchitz asistió a corridas en Madrid y Sevilla. Pero, más que la fiesta, lo que le conmovía era el fondo simbólico: el toro como fuerza ancestral, el torero como figura ritual, el ruedo como espacio de lucha interior.
Jacques Lipchitz, Torero en bronce
Jacques Lipchitz Torero en bronce.jpg
En 1932, en una etapa de madurez, modeló Toro y cóndor. Se inspiró en una ceremonia andina en la que un cóndor es atado a la espalda de un toro: una representación brutal de la tensión entre cielo y tierra. En la escultura, el toro se arquea, el ave se eleva: entre ellos, un espacio vacío que vibra. Lipchitz lo explicó con pocas palabras: “Esa lucha entre lo que arrastra y lo que aspira... eso somos nosotros”.

Toro y cóndor pertenece a su periodo de esculturas transparentes, donde los cuerpos ya no se fragmentan, sino que se abren, como si respiraran. El cubismo quedaba atrás, pero la tensión simbólica seguía latiendo.
Jacques Lipchitz, Toro y cóndor
Jacques Lipchitz toro y condor.jpg
En 1941, con Francia ocupada por los nazis, Lipchitz, de origen judío, huyó a Nueva York ayudado por Varian Fry. Allí se instaló en Hastings-on-Hudson, en el estado de Nueva York, y su escultura adoptó un tono más expresionista. Obras como Prometeo estrangulando al buitre (1944–1953) retoman la misma idea de sacrificio y resistencia, con una voz más airada, más trágica.

Pero el toro, aunque ya no aparezca como figura literal, no desaparece. Está en la forma, en la energía, en la memoria. Está en lo que no se ve pero se recuerda. En palabras del propio artista: “Cada escultura que hice, llevaba dentro algo que me dolía”.
Jacques Lipchitz, Torero, detalle
Jacques Lipchitz Torero detalle.jpg
Jacques Lipchitz falleció en Capri, Italia, el 26 de mayo de 1973. Tenía 81 años. Sus obras se conservan en museos como el MoMA de Nueva York, el Museo de Arte Moderno de París, la Tate Gallery de Londres o el Museo de Israel en Jerusalén.

Toreador y Toro y cóndor no son esculturas sobre toros. Son esculturas sobre la condición humana: la espera, la lucha, el sacrificio. A través del toro, Lipchitz esculpió algo más duradero que el bronce: una metáfora.