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El Reino Unido propone la castración química obligatoria por delitos sexuales

El gobierno británico del Primer Ministro Keir Starmer, laborista, ha propuesto aplicar la castración química de forma obligatoria a los delincuentes sexuales más graves. La medida, impulsada por la ministra de Justicia, Shabana Mahmood, incluye el uso de medicamentos que reducen la libido, y afectaría a condenados por delitos como la pedofilia, tanto en Inglaterra como en Gales.

La propuesta forma parte de la reforma penal más profunda en tres décadas. Según explicó Mahmood en la Cámara de los Comunes, se prevé que los jueces puedan imponer estas medidas sin necesidad del consentimiento del condenado. También se plantea limitar las penas de prisión inferiores a un año, que serían sustituidas por sanciones comunitarias más extensas.

Además, los extranjeros condenados por delitos graves serán deportados tras cumplir un tercio de su pena. La ministra ha defendido que estas medidas buscan reforzar la protección a las víctimas, pero la oposición alerta de que se intenta vaciar las cárceles a costa de los derechos individuales.

La reforma ha generado un intenso debate social. Desde organismos de derechos humanos hasta juristas y asociaciones de víctimas han reaccionado con opiniones encontradas. En el centro del debate: si la seguridad ciudadana justifica medicar por la fuerza a personas condenadas, o si se trata de una vulneración grave de derechos fundamentales.

Yo no soy jurista, pero tengo hijos. Y si a alguien le parece excesivo quitarle la libido a un violador, que piense un segundo en las víctimas. No hay castigo que repare el daño, pero al menos que no puedan volver a hacerlo.

Londres tiene una crisis penitenciaria que no ha resuelto en décadas. La castración química obligatoria es una medida desesperada y simbólica que intenta compensar años de abandono del sistema penal y social.

Son propuestas, no creo que se atrevan a castrar a unas docenas de pakistaníes al mes.

Esto me huele a solución mágica. Te evitas construir cárceles, te evitas juicios largos, y encima te aplauden por “mano dura”. Pero cuando el castigo sustituye a la ley, estamos perdidos.

Es curioso: en Roma, la castración era un castigo ceremonial, un acto público de humillación. Hoy la llaman “tratamiento farmacológico”. Cambian las formas, no las intenciones.

Todo esto es puro cálculo. Sale más barato medicar que mantener a un recluso. Pero nadie quiere hablar de dinero cuando hay niños y crímenes atroces de por medio. Es un chantaje emocional en toda regla.

Hoy lo aplican a violadores. Mañana bastará con que te acusen de “conducta sexual inapropiada reiterada”. ¿Dónde trazamos la línea? Porque en cuanto abres esta puerta, ya no puedes cerrarla.

Conozco casos reales, gente que reincidió a las pocas semanas de salir. Si esto impide que vuelva a pasar, adelante. No todo se soluciona con empatía y reinserción, a veces hace falta prevención firme.

El castigo sin propósito educativo o rehabilitador solo sirve para reafirmar el poder. No hay garantías de que esta medida reduzca realmente los delitos, y aún menos de que transforme a los agresores.