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Inca y su Circo-Feria del Bienestar Animal: un evento con luces y sombras oscuras

Este domingo 13 de abril, el Claustro de Sant Domingo de Inca acogerá la "I Feria de Bienestar Animal", una cita organizada por el Ayuntamiento de Inca con la colaboración de la Fundación Franz Weber y la plataforma Mallorca Against Bullfighting. La jornada, gratuita y abierta al público, se desarrollará entre las 17 y las 20 horas, con un programa enfocado en promover la tenencia responsable y los derechos de los animales.

La concejala de Medio Ambiente y Bienestar Animal, Helena Cayetana, ha destacado que esta iniciativa responde al compromiso municipal con los valores de responsabilidad y convivencia. Durante la tarde, se ofrecerán diversas actividades, como cuentacuentos, talleres infantiles y charlas, en las que también participarán entidades animalistas como Bincanimals y la Comisión de Bienestar Animal de Lloseta.

Uno de los momentos más destacados será la intervención de la veterinaria Maria Àngels Calbet, del Colegio Oficial de Veterinarios de las Islas Baleares (COVIB), quien hablará sobre los requerimientos de la nueva Ley de Bienestar Animal y su impacto en la tenencia de mascotas. También se ha previsto la participación del colectivo Món de Colorins, encargado de los talleres educativos para los más pequeños.

Sin embargo, detrás de esta aparente celebración del amor por los animales, conviene detenerse a examinar algunas contradicciones y excesos que, paradójicamente, pueden convertirse en formas de maltrato encubierto. El mundo animalista institucionalizado ha dado pie a prácticas que atentan contra la naturaleza misma de los seres que dice proteger.

Por ejemplo, castración indiscriminada de mascotas; encierro de perros -galgos- en pisos y apartamentos reducidos; forzar a las mascotas a vestir prendas inadecuadas; obligar a las mascotas a comportamientos antinaturales: cortar uñas, colmillos incluso operaciones "de estética". El mundo animalista es "bastante bruto" contra los animales. ¿Hablarán de esto en la feria?

¿Pero de qué bienestar hablan si lo primero que hacen es mutilarlos? Castran a los animales como trámite burocrático, sin pararse a pensar en el trauma físico y emocional que eso les deja. Les quitan la posibilidad de desarrollar su naturaleza y luego presumen de ser “protectores”.

Cada vez veo más perros disfrazados por la calle, con camisetas de rayas, zapatillas ridículas y gorritos de lana... ¿Qué es esto, un desfile de Carnaval? Los pobres bichos van incómodos, tensos, con la cola entre las patas. Humanizarlos así no es amor, es puro ego.

¿Y lo de las dietas veganas para perros y gatos? ¡Pero estamos locos! Los gatos son carnívoros obligados, sin taurina se mueren. Estas modas absurdas no son respeto por los animales, son ideología impuesta sobre seres que no pueden defenderse.

Mi perro, en el campo, cava, ladra, persigue conejos, se revuelca. Eso es un perro feliz. Ahora te dicen que si araña el sofá hay que reeducarlo, que si ladra mucho hay que medicarlo. ¿Y quién les da derecho a reprimir los instintos de un animal? ¿Por no molestar al vecino? ¿capricho del amo?

El llenazo en la plaza de toros demuestra qué es lo que de verdad aporta a la sociedad valores y sentimientos. Entender los toros es esto. Un perro o un gato nunca será igual a una mujer o una niña por mucho que se esfuercen los animalistas.

He visto casas donde tienen doce o quince animales amontonados, en pisos sin ventilación, con la comida justa y peleas continuas. Y dicen que los han “rescatado”. ¡Eso no es rescate, es ego travestido de compasión! Muchos animales acaban peor que en la calle.

Me han traído perros con traumas por métodos supuestamente “amables” que incluían encierros de ocho horas o collares de pinchos con etiquetas de “refuerzo positivo”. Algunos animalistas no saben lo que hacen, y lo que es peor: no quieren aprender.

Vi un espectáculo “didáctico” donde un conejo hacía volteretas y una cacatúa aplaudía. Dicen que es para enseñar a los niños a amar a los animales. ¿Qué es eso, amor? ¿Forzarles a hacer el payaso como si fueran marionetas? Eso tiene otro nombre: explotación.

Y luego están los “amigos de los animales” que te aconsejan extirpar las garras de un gato porque araña los muebles. ¿Pero en qué cabeza cabe? Es una operación dolorosa, cruel y completamente innecesaria. Hay que ser salvaje para llamarlo cuidado.