Foros Toreros

La iniciativa antitaurina llega al Congreso con 715.606 firmas y apoyo de Sumar y Podemos

La iniciativa legislativa popular (ILP) que busca eliminar la protección de la tauromaquia como Bien de Interés Cultural (BIC) ha llegado al Congreso con el respaldo de 715.606 firmas. Impulsada por colectivos antitaurinos con muchos elementos antisistema incluyendo la mayoría de individuos del numeroso colectivo okupa; apoyada también por los minoritarios y en caída Sumar y Podemos, la propuesta pretende permitir que las comunidades autónomas puedan decidir la prohibición de los toros sin la limitación que actualmente impone la ley de 2013.

Durante la entrega de firmas frente al Congreso, activistas y representantes políticos enfatizaron la necesidad de que el PSOE apoye la tramitación de la ILP para garantizar su éxito. Aunque el Gobierno de Pedro Sánchez ha mantenido una postura ambigua sobre la tauromaquia, el actual ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha tomado medidas para desincentivar la actividad, como la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia.

Desde el ámbito taurino, la iniciativa se percibe como un intento encubierto de prohibición, dado que sin la protección legal vigente, comunidades autónomas y ayuntamientos podrían vetar los festejos sin que el Tribunal Constitucional pudiera intervenir. Mientras tanto, nueve comunidades autónomas han promovido un Premio Nacional de Tauromaquia alternativo en respuesta a la política gubernamental.

La validación de las firmas por la Junta Electoral marcará el inicio del proceso legislativo, que los promotores esperan que se resuelva en un plazo de tres meses. Sin embargo, el PSOE aún no ha definido su postura, y su voto será decisivo en la viabilidad de la propuesta.

También tenemos manos, somos muchos, y nos sabemos organizar.

El sector taurino calla como si la tormenta fuera a pasar sola. No han aprendido nada de Cataluña, ni de Baleares. Si siguen en su burbuja de ferias llenas y aplausos autocomplacientes, un día despertarán con plazas vacías y comunidades enteras sin toros. El problema no es la política, es el desapego del público, y de eso, nadie dice nada.

El PSOE tiene que dejar de jugar con la tauromaquia según le convenga. No se puede ser defensor del toreo en Castilla-La Mancha y Extremadura y esconder la cabeza en Cataluña o Baleares. O se está con la tauromaquia o se está en contra, pero esta estrategia de quedar bien con todos es un insulto a los aficionados.

Esto hay que vigilarlo de cerca, estamos ante extremistas de izquierda, unos manipuladores.

El PSOE se ha olvidado de lo que significó para el pueblo español. Fue el partido que entendió las tradiciones populares, que supo leer el sentir de la gente. Hoy, por querer contentar a cuatro despachos de Madrid y Barcelona, traiciona una parte fundamental de nuestra cultura. Si reniegan del toro, que tengan el valor de decirlo abiertamente.

No se puede estar en misa y repicando. El PSOE tiene que decidir si defiende la tauromaquia o si la entrega en bandeja a sus socios políticos. Lleva demasiado tiempo intentando esquivar el tema, pero la realidad es que o se posiciona con claridad o terminará perdiendo la confianza de los aficionados. Y las elecciones no se ganan solo con postureo.

El PSOE se juega más de lo que cree. Si sigue mareando la perdiz, muchos de sus votantes en Andalucía, Castilla-La Mancha o Extremadura se lo harán pagar. No puede pedir apoyo en las plazas de toros y luego callar cuando llega el momento de defenderlas. No se puede estar siempre en la indefinición sin pagar un precio político.

¿Qué pasaría si el PSOE hiciera con el cine o con el teatro lo mismo que hace con los toros? ¿Dejaría que desaparecieran sin decir nada? No, porque sabe que hay subvenciones, votos y poder detrás. Pero con la tauromaquia, el cálculo es otro: prefiere no molestar a ciertos sectores. Si tanto la respetan, que la defiendan con hechos y no con palabras vacías.

La cosa es sencilla: si el PSOE está con la tauromaquia, que lo diga alto y claro en toda España. Y si no lo está, que deje de fingir. Pero esta estrategia de hablar bien del toro en unos sitios y callar en otros solo demuestra una cosa: cobardía política.