Pedro Sánchez y Carles Puigdemont: un juego de amo y esclavo
Publicado: Dom Ene 26, 2025 5:21 pm
Pedro Sánchez y Carles Puigdemont: un juego de amo y esclavo
La relación entre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont trasciende lo político y se adentra en un terreno más oscuro, casi perverso, donde las dinámicas de poder adquieren tintes de un juego sadomasoquista. Es un vínculo que respira dependencia, deseo de control y sumisión. Sánchez actúa como un amo que disfruta prometiendo y negando, mientras Puigdemont se convierte en un esclavo que, aunque se rebela con palabras, acepta el castigo con resignación. Sánchez le promete la amnistía, un bálsamo para sus heridas políticas. Pero esa promesa nunca llega a materializarse, como si se tratara de un juguete que el amo muestra al esclavo, solo para arrebatárselo en el último momento. Puigdemont exige control de fronteras, competencias en inmigración, una reunión vis a vis… pero Sánchez responde con evasivas, con un apoyo que nunca se traduce en acción. Cada "sí" lleva implícito un "no", cada caricia, un latigazo.
En esta relación, el "prófugo" catalán no es un simple subordinado; es un esclavo que, aunque clama por emanciparse, parece necesitar los tormentos de su amo. Puigdemont reclama, Sánchez humilla; Puigdemont amenaza, Sánchez ignora. Y aún así, el líder independentista no se aparta, no rompe las cadenas, porque estas parecen ser la esencia misma de su lucha: protestar desde la sumisión, quejarse mientras se arrodilla. Cuando el pack de docena solo trae diez obsequio al amo
Es un juego cruel y perverso. Sánchez, el amo que nunca concede del todo pero siempre mantiene la expectativa, y Puigdemont, el esclavo que encuentra en la humillación su razón de ser. Una danza de poder y dependencia que no deja de repetirse, alimentada por la insaciable necesidad de uno de dominar y del otro de ser dominado. Porque, en el fondo, quizá ambos necesitan esta relación más de lo que están dispuestos a admitir.
La relación entre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont trasciende lo político y se adentra en un terreno más oscuro, casi perverso, donde las dinámicas de poder adquieren tintes de un juego sadomasoquista. Es un vínculo que respira dependencia, deseo de control y sumisión. Sánchez actúa como un amo que disfruta prometiendo y negando, mientras Puigdemont se convierte en un esclavo que, aunque se rebela con palabras, acepta el castigo con resignación. Sánchez le promete la amnistía, un bálsamo para sus heridas políticas. Pero esa promesa nunca llega a materializarse, como si se tratara de un juguete que el amo muestra al esclavo, solo para arrebatárselo en el último momento. Puigdemont exige control de fronteras, competencias en inmigración, una reunión vis a vis… pero Sánchez responde con evasivas, con un apoyo que nunca se traduce en acción. Cada "sí" lleva implícito un "no", cada caricia, un latigazo.
En esta relación, el "prófugo" catalán no es un simple subordinado; es un esclavo que, aunque clama por emanciparse, parece necesitar los tormentos de su amo. Puigdemont reclama, Sánchez humilla; Puigdemont amenaza, Sánchez ignora. Y aún así, el líder independentista no se aparta, no rompe las cadenas, porque estas parecen ser la esencia misma de su lucha: protestar desde la sumisión, quejarse mientras se arrodilla. Cuando el pack de docena solo trae diez obsequio al amo
Es un juego cruel y perverso. Sánchez, el amo que nunca concede del todo pero siempre mantiene la expectativa, y Puigdemont, el esclavo que encuentra en la humillación su razón de ser. Una danza de poder y dependencia que no deja de repetirse, alimentada por la insaciable necesidad de uno de dominar y del otro de ser dominado. Porque, en el fondo, quizá ambos necesitan esta relación más de lo que están dispuestos a admitir.