La cita falsa de Voltaire que sí refleja su pensamiento y su obra
Cada cierto tiempo circula por redes sociales o incluso aparece en artículos divulgativos una frase supuestamente atribuida a Voltaire que dice algo así:
“Los españoles tuvieron una clara superioridad sobre los demás pueblos: su lengua se hablaba en París, en Viena, en Milán, en Turín; sus modas, sus formas de pensar y de escribir subyugaron a las inteligencias italianas…”
Suena contundente, incluso elogiosa para la España imperial. Pero hay un detalle importante: Voltaire nunca escribió eso. No aparece tal cita ni en el Essai sur les mœurs, ni en el Dictionnaire philosophique, ni en su correspondencia. Es, simplemente, una frase apócrifa.
Pero… ¿es completamente falsa?
No del todo. Aunque la cita concreta es inventada —o, como suele decirse con elegancia, de
“atribución dudosa”—, sí condensa ideas y juicios que Voltaire expresó, aunque con otros matices y en otro tono. Voltaire no era precisamente un hispanófilo entusiasta. Criticaba a España en muchos aspectos según costumbre francesa —la Inquisición, el fanatismo religioso o el atraso científico—, pero también reconocía, con admiración crítica, el papel central que jugó el país durante los siglos XVI y XVII.
En su
Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones, Voltaire describe la hegemonía española bajo Carlos V y Felipe II como un fenómeno imponente en Europa. Señala cómo la lengua española, las formas políticas y las ideas religiosas se extendieron con una fuerza sin precedentes por buena parte del continente. En palabras del propio Voltaire: “Durante el reinado de Carlos V, España parecía dominar el mundo, y sus leyes, su religión, sus modas y su lengua se hacían sentir hasta en los rincones más lejanos de Europa.” (traducción adaptada).
¿Qué vio Voltaire en la España del Siglo de Oro?
Como muchos ilustrados, Voltaire estaba fascinado por el ascenso y caída de los imperios. En el caso español, veía una paradoja: un país capaz de conquistar medio mundo y de dar al mundo a Cervantes o Velázquez, pero también de encerrarse en sí mismo y temer al pensamiento libre.
No es casual que, en sus reflexiones, Voltaire mencionara con respeto a autores como Quevedo o Calderón, a pesar de que su estilo barroco le pareciera recargado. Reconocía su genio. Lo mismo hacía con la lengua española, que consideraba rica, vigorosa y especialmente apta para la poesía heroica y religiosa.
Voltaire, España y los españoles
Y sí: aunque no lo dijera con esas palabras tan floridas, Voltaire entendía que, durante más de un siglo, España había sido el modelo a imitar para muchas cortes europeas, desde el protocolo hasta la moda. La sobriedad estoica del negro español, las gorgueras almidonadas y el hieratismo cortesano y la caballerosidad, dejaron huella en Francia, en Italia, en Flandes o en el Sacro Imperio…
Entonces, ¿qué hacemos con esa frase?
Desconfiar de ella como cita textual. Pero no descartarla del todo como idea. Porque resume, aunque de forma estilizada y algo romántica, una verdad histórica reconocida incluso por pensadores críticos como Voltaire: que hubo un tiempo en que España marcó el ritmo de Europa, y que su cultura —con más luces que sombras— fue un referente ineludible.
Voltaire nunca escribió la frase que encabeza este texto. Pero la pensó, la bordó con otras palabras, y la dejó entrever en sus páginas. Esa es, probablemente, la mejor manera de rendir homenaje a ambas cosas: a la verdad histórica y al estilo del filósofo